Al finalizar el tercer trimestre del año la deuda del Principado alcanzaba los 4.906 millones de euros. Del 30 de junio al 30 de septiembre fueron cuatro las regiones que aumentaron su endeudamiento: Asturias, Cantabria, La Rioja y Murcia. Con la excepción de Madrid, las comunidades autónomas uniprovinciales fueron las únicas que elevaron su nivel de deuda. Organismos reguladores y autoridades políticas valoran el nivel de deuda de un territorio por su relación con el PIB de ese territorio. En el caso del Principado el volumen de deuda es del 20,3% del PIB. Dentro de los objetivos de estabilidad presupuestaria y sostenibilidad financiera, el Ministerio de Hacienda prevé que el máximo nivel de deuda para 2020 sea del 23% sobre el PIB. Asturias disfruta de un margen suficiente para cumplir con las directrices del Gobierno. Dejando a un lado la magnitud concreta de la deuda, hay dos asuntos que resultan preocupantes. El primero es su progresión en el tiempo. En 2007, año que empezó la crisis económica, Asturias debía 770 millones, seis veces menos que ahora. La pérdida de ingresos, al hundirse la recaudación fiscal, obligaba a picar a la puerta de los intermediarios financieros.
No había otra solución. Desde el tercer trimestre de 2013, la economía española crece sin pausa y la bola de nieve de la deuda sigue engordando. En esa fecha, la deuda asturiana era de 2.675 millones, cerca de 2.300 millones menos que el pasado 30 de septiembre. En las dos pasadas legislaturas, el Principado mostró una total indiferencia por esta cuestión. Las preguntas o las críticas las despachaba con un argumento vulgar: la mayoría de las comunidades autónomas están peor que Asturias. No creo que la bancarrota de terceros sea una disculpa para eludir las responsabilidades propias.
La otra cuestión preocupante es el objetivo de la deuda: ¿A qué destina el Principado el endeudamiento? Este es un asunto del máximo interés. Si comparamos los ejercicios de 2009 y 2019, el presupuesto regional creció en 30 millones y la inversión cayó en 754 millones. El gasto social solo aumentó en 117 millones de euros. Interrogante resuelto: la deuda se elevó para hacer frente, sobre todo, al gasto corriente puro y duro, con un apartado concreto, el gasto en personal, que aumentó en mayor medida que el gasto social. Endeudarse para pagar gasto corriente puede ser un recurso excepcional, pero jamás una pauta habitual. A Adrián Barbón le corresponde la misión de romper con esa práctica.