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Juan Neira

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ÚLTIMA OPORTUNIDAD

Tal como anunció tras entrevistarse con el Rey, Pedro Sánchez se reunirá mañana lunes con Pablo Casado e Inés Arrimadas. Esos encuentros constituyen, quizás, la última oportunidad para enderezar el rumbo de la política española antes de que se convoque la sesión de investidura.

Si, al final, ambas reuniones se circunscriben a citas protocolarias, solo quedaría confiar en el fracaso de la negociación entre PSOE y ERC. En el caso de que la heteróclita alianza se fuera al traste se mantendría el bloqueo institucional, pero se evitaría el daño de poner la gobernabilidad en manos de los enemigos de la Constitución.

La ronda de Felipe VI con los líderes parlamentarios no significó el inicio de las negociaciones para formar una mayoría parlamentaria, como siempre había ocurrido, porque Pedro Sánchez se puso a negociar con Unidas Podemos al cerrarse las urnas, alcanzando un preacuerdo que garantiza 155 diputados para la sesión de investidura.

Para alcanzar la mayoría absoluta precisa del apoyo de los diputados regionalistas y del PNV, así como de la abstención de ERC. De las primeras conversaciones del PSOE con los potenciales aliados se deduce que es más difícil la abstención de ERC que el respaldo de regionalistas y nacionalistas vascos.

ERC

La relación con un partido que tiene a sus dos máximos dirigentes en una situación especial –el primero en la cárcel y la segunda huida de la justicia– es muy delicada ya que se negocia a través de terceras personas y con la duda de que respeten la legalidad, cosa que no hicieron sus dos máximos jefes.

Desde los primeros contactos, los republicanos independentistas dejaron claro que sus prioridades en la negociación son la amnistía para sus presos y la autodeterminación de Cataluña, cuestiones ajenas a los contenidos convencionales de un programa de investidura.

El futuro es muy difícil de predecir ya que en la negociación con ERC también va a pesar lo que hagan y digan Puigemont y Torra. Una convocatoria de elecciones catalanas complicaría aún más el plan de Sánchez, así como un posible cambio en el estatus legal de Puigdemont y los exconsejeros huidos, producto de las decisiones de la justicia europea. En cualquier caso, aunque nos acogiéramos a la versión más moderada de las muchas que se dibujan en el horizonte, solo cabe imaginar una mayoría parlamentaria prendida con alfileres como pórtico de una legislatura convulsa.

Alternativa

El desnortado plan puede cambiar mañana si los líderes de los tres partidos constitucionalistas (PSOE, PP y Ciudadanos) se ponen de acuerdo. En estos momentos, la buena noticia es que Inés Arrimadas propugna el entendimiento entre las tres fuerzas y anima a los líderes de los dos grandes partidos nacionales a mancomunar esfuerzos para armar una mayoría invencible de 221 diputados.

El obstáculo a la gran coalición constitucionalista reside en la negativa de Pedro Sánchez y Pablo Casado a colaborar en la gobernanza de la nación. El presidente en funciones se conforma con solicitar la abstención de PP y Ciudadanos, que sería tanto como otorgar un cheque en blanco a alguien que tiene una especial capacidad para comprometerse con una cosa y su contraria.

Pablo Casado está deliberadamente en un segundo plano desde la jornada electoral, dispuesto a ver cómo su partido gana en intención de voto ante un gobierno de coalición de izquierdas, sostenido por media docena de grupos nacionalistas y regionalistas. El líder del PP quiere gozar de los beneficios de oponerse a un bloque heterogéneo y contradictorio.

Para llegar a un pacto entre PSOE, PP y Ciudadanos deben cumplirse dos premisas. El presidente tiene que ser Pedro Sánchez, porque ganó holgadamente las elecciones y, sobre todo, porque el centroderecha no tiene escaños para levantar una alternativa. Si Casado se niega a colaborar en la investidura de Sánchez no hay nada que hablar.

Programa

La segunda premisa tiene que ver con el papel que jugarían los tres partidos de la mayoría parlamentaria. La alianza no tiene que plasmarse en la composición del gobierno. Puede ser un gobierno monocolor socialista con respaldo externo. Para apoyar no es preciso votar a favor de todas las iniciativas del gobierno socialista, basta con que PP y Ciudadanos se abstengan. ¿Pero es esta la actual propuesta de Sánchez, al pedirles la abstención en la investidura?

La oferta del presidente en funciones es la abstención sin compromisos. Sin embargo, la alianza entre las tres fuerzas pasa, forzosamente, por la asunción de un programa de mínimos para la legislatura que tendría como primer punto consensuar una respuesta al desafío de los independentistas.

En ese programa tiene que contemplarse un plan para desactivar la bomba de la deuda, la sostenibilidad de las pensiones, la horquilla en la que deben moverse los principales impuestos, las medidas para la transición energética, las bases para el nuevo modelo de financiación autonómica y las novedades a introducir en la contratación laboral.

Hay mucho margen para discrepar en el resto, una vez acordado lo principal. Mañana lunes es posible corregir el rumbo. Basta con que dos ciudadanos, Pedro y Pablo, antepongan el bien de España a sus particulares ambiciones.

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por JUAN NEIRA

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