Un día frustrante para los intereses generales de España. La entrevista entre Pedro Sánchez y Pablo Casado solo sirvió para que ambos se ratificaran en sus tesis de mutuo rechazo. El líder socialista pidió la abstención del PP en la investidura a la que piensa ir apoyado por Podemos y media docena de grupos minoritarios. Desde hace varias semanas, Sánchez negocia pacientemente la abstención de ERC, grupo de 13 diputados, pero despacha con una reunión de cuarenta minutos la posible abstención de los 89 diputados del PP. Pretende el líder socialista formar un gobierno de coalición con Unidas Podemos que sea tolerado por los partidos independentistas, y para evitar sorpresas quiere que los grupos del centroderecha se abstengan sin condiciones. Lo que jamás el presidente en funciones otorgaría a un candidato del centro-derecha, solicita que Casado e Inés Arrimadas se lo concedan a él. La entrevista con Casado, la primera desde los comicios del 10 de noviembre, tuvo un carácter meramente formal para Sánchez.
Pablo Casado afirmó que la oferta –la abstención de la derecha– implicaba blanquear el pacto del PSOE y Unidas Podemos, algo que «sería letal para España y un suicidio para el PP». Estamos de acuerdo. Pero Casado va más allá y no está dispuesto a abstenerse en ningún caso, pasándole la patata caliente a Ciudadanos, que según las cuentas del líder popular, con su abstención y el voto afirmativo de Navarra Suma serviría para investir al candidato socialista. Empecemos por la aritmética para revelar la falsedad. Aunque Ciudadanos y Navarra Suma votaran a favor de la investidura de Sánchez, el candidato socialista tendría 132 votos que con la ayuda de Errejón se convertirían en 135, mientras que la suma de PP, Vox, Unidas Podemos, ERC, JxCat, PNV y Bildu, alcanzaría los 207 escaños.
Casado hace cálculos torticeros para que nadie le recuerde la responsabilidad que tiene con la gobernabilidad del país como cabeza del segundo partido más votado. Hay que echarle mucha cara para pedir a otros que voten una opción que uno no está dispuesto a apoyar. Al PP le favorece que Sánchez reincida liderando un bloque con populistas e independentistas, pero lo que está en juego no es el beneficio del PP sino el bien de España. Frente al enroque del bipartidismo, Inés Arrimadas siguió los dictados del sentido común y volvió a plantear la coalición de los constitucionalistas (221 escaños). Desde hace cuatro años los políticos españoles niegan lo obvio.