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Juan Neira

LARGO DE CAFE

SIN OPOSICIÓN

Con el debate y la posterior aprobación de los presupuestos del Principado para 2020 termina la fase intensa de parlamentarismo asturiano que será seguida de unas largas vacaciones de invierno. La elaboración, negociación, discusión y decisión sobre las cuentas regionales da la medida de lo que hay en la Junta General del Principado.

El proyecto de presupuestos de 2020 llegó precedido de una confesión de Adrián Barbón: fue difícil confeccionar las cuentas por el peso de la inversión plurianual y el incremento del gasto corriente.

En efecto, los presupuestos están marcados por los compromisos de inversión adquiridos por el Gobierno de Javier Fernández (193 millones de euros, de los 366 que constan en el capítulo de inversiones) y por la implantación de la semana de 35 horas en el Principado, que supone un aumento de 103 millones en las nóminas del personal.

Esta última medida, la más gravosa para el Principado, responde a un acuerdo unánime de las fuerzas parlamentarias en la anterior legislatura. Varios grupos de la oposición tildaron de «continuista» el proyecto. Claro que es continuista, no queda otro remedio que ejecutar lo que viene del anterior mandato.

Equidistancia

El nuevo Ejecutivo solo pudo apuntar algunas intenciones, como elevar por primera vez en siete años la inversión, reducir la partida del salario social y evitar nuevos incrementos fiscales, aunque lo que no recaiga en el censo de contribuyentes lo pondrán el común de los mortales en forma de amortizaciones e intereses de deuda, que crecen en paralelo al gasto corriente.

Con esos mimbres, Adrián Barbón fue al encuentro de la oposición para negociar las cuentas desde la equidistancia. El rollo de la unidad de la izquierda se exteriorizó lo justo. Con IU bajo el brazo, con el estatus de aliado incondicional del Gobierno, empezó a hablar con el resto de grupos.

En esta fase se confirmó lo que se venía palpando desde la sesión de investidura: el Gobierno no tiene oposición. Dejemos a un lado a Vox, que desde el primer minuto del mandato obsequia con una crítica radical al Ejecutivo socialista.

El resto fluctúa, duda, tan pronto se aleja del Principado como se abraza a él, discrepa de las cuentas pero las asume, tensa la cuerda con miedo a que el presidente la suelte. Una oposición de PH neutro, apta para todo tipo de pieles, imposible de detectar con el radar de la coherencia.

El primer defecto es que todavía no se han enterado de que el mayor problema de los presupuestos no está en las supuestas carencias del gasto social ni en la escasa inversión productiva ni en la alta presión fiscal, sino en el tamaño de la Administración.

Si se acepta la actual dimensión, con 37.972 empleados a un coste medio de 49.811 euros por trabajador, la inversión será crónicamente baja, la deuda crecerá indefinidamente y la presión fiscal no se relajará nunca.

Derecha

El PP cambió de portavoz, pero sigue con la costumbre de escoger un tema y convertirlo en estrella. En esta ocasión fue la rebaja de la fiscalidad, sin miedo a que los tachen de falta de originalidad. Pues bien, la presión fiscal es prácticamente intocable si no se reduce el tamaño de la Administración. Las nóminas hay que pagarlas, así que ya dirán cómo van a bajar los impuestos. Como estoy hablando en serio excluyo la broma de aumentar la recaudación bajando la presión fiscal, porque en épocas de desaceleración el dinero que sobra se ahorra. Vamos con otro grupo.

Ciudadanos decidió, a priori, recuperar el rol de partido bisagra para lo que es preciso girar la puerta hacia los dos lados. No es un mal punto de partida. Ahora bien, a la hora de ir a la negociación emularon en candor a Blancanieves.

El pacto sobre los presupuestos lo basan en crear una oficina para inversiones, el traslado de siete empleados del Idepa a la susodicha oficina y la reserva de 2,7 millones para digitalizar la contabilidad pública. Hay algunas cosas más de ese tenor. También hicieron constar que les parece bien el incremento de cinco millones para reparar carreteras. No creo que hagan vibrar a los votantes de Ciudadanos. Los pactos de presupuestos tienen un precio más alto.

Podemos

Podemos enhebró una lista de enmiendas con el hilo del gasto social. Desde que llegaron en 2015 con el plan de choque social, están atados al guion de las subvenciones. No entiendo cómo gente tan entregada y trabajadora tiene tan poco oído para la música de la política. Los intereses generales de Asturias no se ciñen a la rebaja de las matrículas universitarias ni a mejoras en tal prestación sanitaria. Vamos a la cola de España por otras razones. De un discurso endeble sale una posición dubitativa: dicen que los presupuestos son malos, pero no presentan enmiendas a la totalidad.

Foro está en una posición insólita: tiene dos diputados que defienden líneas estratégicas diferentes, con dos posiciones distintas ante los presupuestos. O ponen orden o da igual lo que acaben votando. Solo faltaba que las desavenencias les lleven a la pérdida del grupo parlamentario (no creo que se permitan grupos parlamentarios unipersonales). Aunque a lo mejor por esa vía se rebaja la tensión…

Adrián Barbón, sin hacer concesiones, ya tiene asegurada la aprobación de los presupuestos. No me extraña que le dedique más atención a la Fade.

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por JUAN NEIRA

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