Tras el descalabro de las recientes elecciones generales del 10 de noviembre y el adiós a la política de Albert Rivera, Ciudadanos se encuentra en un momento de reflexión, de replanteamiento profundo de su política. En un par de meses tendrán su congreso en el que quedará definida la estrategia y el liderazgo. Para cualquier persona que tenga alguna experiencia en política es evidente que optarán por la rectificación, ya que el mensaje del electorado fue contundente. No obstante, el giro estratégico tendrán que realizarlo con mucha mano izquierda, salvando la figura de Rivera y alabando su legado, aunque tomando decisiones en el presente distintas a las que se adoptaron en el pasado. En caso contrario sufrirán una grave crisis interna. Hagan lo que hagan, la transición hacia el ‘postriverismo’ será de una extrema dificultad, porque un partido que perdió más del 80% de sus diputados no tiene asegurada su supervivencia. Hace falta mucho tino y, sobre todo, mucha suerte. La figura de Inés Arrimadas, indiscutible sucesora de Rivera, reúne las condiciones adecuadas para combinar renovación y continuismo, pero por si sola no podrá asegurar el éxito.

El futuro de Ciudadanos va a depender en alguna medida de la política del PSOE. La operación de rectificación pasa por recuperar el centro, pero eso exige que los socialistas trabajen con la idea de gobernar desde posiciones de centro-izquierda, algo que no contempla Pedro Sánchez y tratará de impedir Pablo Iglesias. Por no hablar de ERC. Sin embargo, en Asturias es posible que la legislatura autonómica pivote sobre un pacto de la izquierda con el centro, como parece auspiciar la entente en el presupuesto. Las tensiones internas acompañan a los cambios.