Mañana lunes quedarán aprobados los presupuestos del Principado para 2020, cerrando la operación relevo que se inició con la investidura de Adrián Barbón como presidente del Gobierno asturiano, tras finiquitar el segundo mandato de Javier Fernández.
Las elecciones del 26 de mayo supusieron un cambio en la hegemonía socialista en Asturias, que abarca toda la etapa autonómica, con la excepción de los tres años (1995-98) que dejaron gobernar a Sergio Marqués con apoyo parlamentario y los seis meses que pudo mantenerse a flote el Gobierno de Álvarez-Cascos.
Visto en perspectiva el fracaso clamoroso de esos dos intentos por consolidar una alternativa de poder han reforzado al PSOE como partido de gobierno en la misma medida que debilitaron a la derecha asturiana.
Derecha
Una mirada rápida al espacio conservador-liberal nos permite ver a un PP satisfecho haciendo política en la Junta General del Principado con su cuota mínima de escaños (diez diputados), los mismos que obtuvo con Isabel Pérez Espinosa al frente del grupo en 2011, cuando Foro tenía 16 escaños. Y los mismos que logró Mercedes Fernández en 2012, cuando dejó el Congreso de los Diputados para cumplir el encargo de Rajoy de volcarse en la política asturiana. El PP siente la misma satisfacción que expresaba Ovidio Sánchez cuando monopolizaba la oposición al Gobierno de coalición de izquierdas presidido por Álvarez Areces. En honor de Ovidio hay que reconocer que nunca sacó menos de 15 diputados.
A un lado está Foro, entregado a una guerra interna estéril, que ha provocado una situación insólita en el debate de los presupuestos de la Junta General del Principado, con el diputado portavoz (Adrián Pumares) votando en una dirección y el diputado ‘casquista’ (Pedro Leal) en la contraria. Foro solo tiene dos diputados y se las han ingeniado para que haya un sector oficial y un sector crítico, ambos con asiento en el Parlamento.
Si un día dejan de coexistir bajo las mismas siglas, Foro perderá el privilegio de tener grupo parlamentario y se esfumará una subvención de cerca de un millón de euros que según algunos es la razón de la lucha interna. Qué tendrá el dinero para que sea la causa de tantas divisiones.
Con un pie en el espacio liberalconservador y el otro en el centroizquierda está Ciudadanos, que ha iniciado la renovación de su perfil ideológico y de su estrategia política.
Puede que en Cataluña o en Valencia sea distinto, pero en la Cámara autonómica asturiana lo tienen claro: renovarse a morir. No sé si es una victoria póstuma de Juan Vázquez, más socialista que centrista, o es el miedo a quedar convertidos en estatuas de sal, pero por un módico precio se han sumado a la mayoría parlamentaria que aprueba los presupuestos.
Lo importante es el paso dado, luego ya tendrán algún asesor que les enseñe que desde la oposición no se puede dar el ‘sí’ a los presupuestos por un conjunto de enmiendas que no llegan al millón de euros. El precio no pasa de ser una anécdota, porque lo sustancial es la voluntad decidida por alejarse del PP.
Vox
Para culminar el retrato de la derecha hay que referirse a Vox, un partido que no puede sorprender a nadie porque hace en el Parlamento lo que decía en la calle.
Soy consciente de que hay mucha gente que no ve a Vox como grupo de derechas, pero cómo situar a un grupo que acata la Constitución, defiende la propiedad privada hasta sus últimas consecuencias, predica una bajada de la presión fiscal, protege el modelo tradicional de familia y exige respeto para la Iglesia Católica.
En esto, como en todo, mandan los electores: las encuestas revelan que el partido que más se aprovechó de la caída del PP en las elecciones andaluzas fue Vox y el que más se benefició del descalabro de Ciudadanos en los comicios del 10 de noviembre, también fue Vox.
La marca Vox tiene más peso que sus líderes, así que en Asturias subirán y bajarán al compás del voto nacional. Mejor dejaba la izquierda de tratar a los dos diputados de Vox como si estuvieran estigmatizados por la lepra, porque de esa manera refuerzan sus posiciones.
El impacto electoral del PSOE y su capacidad para ser dúctiles en la negociación han provocado la dispersión de la derecha asturiana, que ya era por sí un conjunto variopinto.
Izquierda
En el campo de la izquierda, los efectos de la operación relevo no han sido menores. IU está reducida a la mínima expresión y en el Parlamento se limita a hacer de segunda voz del PSOE.
Si en Madrid está subsumida entre las huestes de Pablo Iglesias, en el Principado se alinea disciplinadamente con la gente de Adrián Barbón. Si toca pelearse con Podemos, se monta un dos contra uno y asunto resuelto.
El partido morado también tiene un rol distinto al que jugaba en la etapa de Javier Fernández. Entonces luchaba por la hegemonía de la izquierda, mientras que ahora se esfuerza por ser un partido respetado, como corresponde a un grupo con cuatro diputados.
Sigue confundiendo hacer política con gestionar gasto social, pero lo que más le urge es resolver las dudas que tiene sobre el rumbo a seguir. La entente, Sánchez-Iglesias, cambia el escenario.
La operación relevo se cierra con un saldo muy favorable para el PSOE que ve crecer un centro político como aliado parlamentario y ha ganado para su estrategia a media izquierda radical.