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Juan Neira

LARGO DE CAFE

CHOQUE DE TRENES

 La larga jornada parlamentaria dejó un resultado decepcionante, pese a que se palpa el fin del bloqueo institucional y la formación del gobierno de coalición. La decepción surge al comprobar que los principales problemas del país no formaron parte de la discusión, salvo el contencioso catalán, y que el Parlamento está partido en dos mitades.

Sánchez

Pedro Sánchez hizo una primera intervención a la defensiva. Sus primeras palabras fueron elocuentes: «No se va a romper España ni la Constitución». A continuación señaló que «el PSOE es un partido es-pa-ñol». Posteriormente señaló que «la derecha duda del compromiso de la izquierda con España». Acabó su larga intervención diciendo que no traer la división a la calle «también es patriotismo». Se puso la venda antes de la herida.

Sánchez recordó más de veinte veces que el PSOE había ganado cinco elecciones en 2019, que la derecha quería bloquear y que los problemas se arreglan con diálogo. Lo que no pudo asegurar es que los independentistas vayan a colaborar por el bien de España.

Derecha

Pese a la reafirmación de españolismo del candidato, Pablo Casado dedicó casi todo el tiempo a triturar su red de apoyos parlamentarios por ser incompatible con la Constitución, y a censurar la trayectoria política de Pedro Sánchez que está guiada por el objetivo de perpetuarse en el poder, valiéndose, unas veces, de «una moción de censura contra el Gobierno» y otras de «una moción de censura contra el Estado».

Trató de poner a Pedro Sánchez contra la pared al decir que la desobediencia de Quim Torra a la inhabilitación de la Junta Electoral Central obliga al Gobierno de España a responder con el artículo 155 de la Constitución. En caso contrario, incurriría el presidente en prevaricación.

Tras Casado, salió a la tribuna Santiago Abascal, y centró el discurso en el mismo sitio. Con Abascal, los calificativos subieron de tono, y Sánchez pasó a ser estafador, mentiroso, villano de cómic, un fraude. Y por encima de todo: traidor.

Demonizó al candidato por su relación con los «comunistas bolivarianos» y los independentistas enemigos de España, y lanzó un torpedo a la línea de flotación: «No es legítimo un gobierno investido por el voto de diputados que no lo son». Esa línea argumental solo la va a mantener Vox.

Iglesias

Pablo Iglesias estuvo brillante atacando a los «ultras y a la ultraderecha». Se le ve muy cómodo en el actual escenario. Las intervenciones parlamentarias de Pablo Iglesias y Alberto Garzón son más eficaces que las de Pedro Sánchez. Iglesias podría ser portavoz del nuevo Ejecutivo.

Casi diez horas de debate dan pie para alguna reflexión. Por lo visto y oído puede hablarse de la investidura de la descalificación. A juzgar por los discursos, Pedro Sánchez es el menos digno de los presidentes de España, y PP, Vox y Ciudadanos forman parte de la derecha más cavernícola de Europa. Conclusión: pueden darse por descartados los acuerdos transversales en los próximos años.

Segunda constatación: nunca los nacionalistas estuvieron tan envalentonados en el Congreso de los Diputados. Resultó particularmente vergonzoso escuchar a Gabriel Rufián decir que la Junta Electoral Central dio «un golpe de Estado de libro».

No entiendo la fascinación de la izquierda con este chico que toma prestada la técnica de las arias ‘da capo’ de las óperas barrocas: una vez hecha la afirmación, la vuelve a repetir. «Si no hay mesa no hay legislatura». Silencio. «Si no hay mesa no hay legislatura». Silencio. «Si no hay mesa no hay legislatura».

El PP y Vox desplegaron un discurso muy parecido. Quizás ante la propuesta de ‘gobierno Frankenstein’ no quedara otro remedio que coincidir, pero no está de más constatarlo.

El acuerdo con ERC quedó sin explicar. Algo desconocido tiene que haber para que Pedro Sánchez rechace la autodeterminación en la Cámara y ERC se abstenga. ¿Acuerdo sobre la amnistía?

Sánchez ha prometido unos avances sociales ilusionantes sin explicar cómo los va a financiar, salvo subir el IRPF a los ricos y el Impuesto de Sociedades a la banca. La Comisión Europea no va a tragar.

Jueces

Lo más grave de todo lo hablado fue el ataque y la descalificación del poder judicial. Hasta el propio Pedro Sánchez llegó a decir que llegó el momento de «abandonar la vía judicial que tanto dolor ha causado». Tremendo.

Fiscales y jueces salvaron la democracia en Cataluña y el presidente los trata como si formaran parte de la Inquisición. Rufián dijo que dieron un golpe de Estado y Pablo Iglesias habló de «togados» que anteponen su ideología reaccionaria al Derecho.

Por último. La mejor intervención fue la de Inés Arrimadas. En su primer turno de palabra construyó una pieza oratoria que pasara a formar parte de los anales del parlamentarismo español. Brillante, inteligente y muy valiente.

Tocó todos los temas y puso a Pedro Sánchez ante su responsabilidad. Encarándose con el grupo socialista preguntó si no habría un diputado que se revelara contra el acuerdo con Podemos y los independentistas.

Con solo diez diputados tiene un futuro muy negro, pero se bastó ella sola para que ministros y diputados socialistas clavaran la mirada en el suelo.

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por JUAN NEIRA

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