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Juan Neira

LARGO DE CAFE

EL TRUCO DE LAS ‘VICES’

Pedro Sánchez ha elegido a Teresa Ribera para el cargo de vicepresidenta para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. En el comunicado de la Moncloa se destaca que, «por primera vez en nuestra historia, España tendrá tres mujeres vicepresidentas del Gobierno». Bueno, habría que decir que, por primera vez, tendrá cuatro vicepresidentes, ya que hasta ahora solo una vez había pasado de dos. Bastó que el aparato de Podemos filtrara el nombre de los ministros de Unidas Podemos y que Pablo Iglesias diera una vuelta por los medios de comunicación con la intención de rentabilizar la victoria de la investidura para que se dispararan las alarmas en el equipo de Pedro Sánchez y se idease una respuesta. Con el objeto de neutralizar el protagonismo del líder ‘podemita’ se crea una nueva vicepresidencia poniéndonos a la cabeza de la Unión Europea en número de ‘vices’ tras Eslovenia, que tiene una más.

La señora Ribera tendrá a su cargo el diseño del modelo energético, que eso es en realidad lo que lleva haciendo desde que fue nombrada ministra (cierre de térmicas de carbón, planes de clausura de centrales nucleares, subastas para ampliar las instalaciones energéticas de naturaleza renovable, etcétera), y también asume la responsabilidad en la política frente al declive demográfico que es un asunto radicalmente distinto y que hasta ahora no formaba parte de sus destrezas. Son dos temáticas sin puntos de contacto, reunidas bajo el paraguas del mismo ministerio, una extraña combinación que se repite en otras carteras. La primera vez que se especuló con que Pablo Iglesias fuera vicepresidente solo se contemplaba que estuviera en ese mismo nivel Carmen Calvo. Luego, en uno de los debates electorales, Pedro Sánchez anunció que Nadia Calviño sería vicepresidenta, haciéndose cargo del área económica. Finalmente, Teresa Ribera se incorpora al staff de las vicepresidencias haciendo más denso y difícil de entender el organigrama del Gobierno.

Este asunto un tanto farragoso se vuelve nítido si lo contemplamos solo desde la clave del poder. Más que a los líderes de la oposición, el dirigente político a neutralizar es Pablo Iglesias, porque es un tipo con carisma para el público de la izquierda y con una reconocida capacidad para comunicar. Para que no alumbre tanto su estrella se encienden más estrellas y así se desvía la atención. Con la primera escaramuza entre socialistas y ‘podemitas’, queda claro que la coalición se cimenta en una desconfianza mutua.

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por JUAN NEIRA

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