María Luisa Carcedo pierde la cartera de Sanidad al transformarse el Gobierno socialista en Ejecutivo de coalición. Como en el nuevo organigrama aumentan los ministerios –hay que poner más sillones en torno a la mesa del Consejo de Ministros para ubicar a más personal–, la mayoría de los titulares continúan al frente de sus departamentos, con cuatro excepciones: Dolores Delgado (Justicia), Magdalena Valerio (Trabajo y Seguridad Social), José Guirao (Cultura) y María Luisa Carcedo. Para valorar los ceses (en el fondo son ceses), digamos que en el caso de Delgado estaba cantado, ya que era una ministra amortizada desde el escándalo de las grabaciones con el comisario Villarejo. Aunque el ‘affaire’ fue muy comentado, la imagen que deja para la posteridad fue su participación en la surrealista escena de la exhumación de los restos del dictador 44 años después de su muerte, donde la ministra tuvo un papel destacado con gesto hierático y ropa de luto. Como dijo un afamadísimo periodista de televisión: «Tras el coche fúnebre va el Estado». El Estado era Delgado. Magdalena Valerio queda fuera del Gobierno porque Unidas Podemos se hizo con las competencias de Trabajo, y Pedro Sánchez realizó el mejor fichaje, desde que es presidente, al captar a José Luis Escrivá para ponerlo al frente de la deficitaria Seguridad Social.
Guirao y Carcedo no formaban parte del Gobierno de Sánchez y llegaron al mismo de forma accidental. Ambos sustituyeron a ministros quemados. Se descubrió que Màxim Huerta había sido condenado por fraude fiscal y que a Carmen Montón le habían regalado un máster que constaba en su currículum. Así llegó María Luisa Carcedo al Consejo de Ministros. Digamos que esa fase rigorista de exigencia al Gobierno acabó cuando los avatares de la tesis doctoral de Pedro Sánchez no conllevaron coste alguno.
¿Por qué queda apeada Carcedo del Gobierno? A diferencia de lo que sucedió durante muchos años, el PSC no exige que el Ministerio de Industria esté en manos de un catalán. Prefieren la Sanidad, quizás por los problemas que tienen con su gestión. A lo mejor fue el propio Pedro Sánchez quien lo ofreció. El nuevo titular, Salvador Illa, mantiene la tónica de no saber nada del asunto, como tampoco sabían nada de industria Montilla (‘apparatchic’) ni Clos (anestesista). El ‘sanchismo’ asturiano pierde un activo. María Luisa podrá decir, como todos los ex, «cuando yo era ministra», cosa que no pueden hacer otros ilustres jubilados.