Bombazo en Ciudadanos. La comisión gestora del partido, formada para liderar la transición desde la hecatombe electoral hasta el congreso extraordinario, ha destituido a Ignacio Prendes de su cargo de portavoz del comité autonómico de Asturias. Si la noticia es sorprendente, más asombroso es todavía el argumento dado para justificarla: solo pueden ocupar cargos orgánicos los que están representando al partido en las instituciones. Prendes perdió el escaño del Congreso de los Diputados en las elecciones generales del pasado 10 de noviembre, como le ocurrió también a la mayoría de los miembros de la gestora, y por eso debe dejar de ser portavoz. La gestora ha introducido una pauta novedosa: primero se adquiere notoriedad en las instituciones y una vez constatado que se tiene apoyo popular, es posible liderar la vida interna del partido. El partido, que en buena lógica es patrimonio de los afiliados, pasa a estar regido en función de la voluntad de gente ajena a la organización. Claro está que esto tiene truco, porque la novedosa norma busca impedir que cualquier sector crítico, por muy representativo que sea de los afiliados, jamás pueda hacerse con el poder en el partido, ya que son los de la gestora los que tienen la última palabra sobre la composición de las listas electorales. Tanto hablar de que Ciudadanos se regía por un sistema de primarias impoluto y, luego, llega Paco con la rebaja y sustituye el pluralismo por el ordeno y mando.
Hace tres semanas, la gestora realizó en Asturias una actuación bochornosa al obligar a los diputados autonómicos a desdecirse del pacto alcanzado con el Gobierno regional y votar en contra de los presupuestos. En el debate de investidura, Pedro Sánchez sacó a relucir este comportamiento antidemocrático de la dirección provisional de Ciudadanos, mientras Inés Arrimadas clavaba la mirada en el suelo y escuchaba con gesto serio. Lo siento por Arrimadas, valiente y brillante, porque no basta con ser un adalid en la lucha contra el independentismo intransigente, si el partido se rige por códigos autoritarios.
No hay que ser un gran estratega para comprender que Ciudadanos atraviesa un momento de máxima debilidad, porque ha dejado de ser una referencia para el electorado, y no está en condiciones de actuar con sectarismo dentro de la organización. Ciudadanos tuvo un discurso de gran partido nacional y da la imagen de estar dirigido por un pequeño grupo de catalanes que desconfía de todo lo que le rodea.