Cumbre del sector crítico de Ciudadanos en Oviedo. Francisco Igea, vicepresidente de Castilla y León y máximo exponente de la contestación en el partido, se reúne con dirigentes y cuadros de las regiones cantábricas para plantear una alternativa a Inés Arrimadas en el congreso que se celebrará el 15 de marzo. Aunque se alude a razones de índole familiar para explicar la presencia de Igea en Asturias, lo cierto es que la elección del sitio es perfecta, ya que la organización asturiana fue víctima de una doble cacicada por parte de la gestora que lleva las riendas del partido desde Madrid, al obligar al grupo parlamentario de Ciudadanos en la Junta General del Principado a romper el pacto presupuestario que había firmado con el Gobierno de Adrián Barbón y al utilizar el dedazo para apear a Ignacio Prendes del cargo de portavoz de la organización.
El sector crítico plantea el debate sobre la necesidad de la democratización interna. Piden algo que en la mayoría de las formaciones es un derecho: la competencia de las bases para elegir a las direcciones regionales y a los líderes autonómicos. Actualmente, en Ciudadanos la dirección central del partido quita y pone a los dirigentes regionales (véase el caso de Prendes). Tras las nuevas reglas que se proponen está la autonomía de cada organización para fijar la estrategia que considere más oportuna para su tierra, algo que hasta ahora es inexistente, como se pudo comprobar con el veto al pacto presupuestario asturiano. Inés Arrimadas, presidenta ‘in pectore’, todavía no ha explicado con detalle lo que piensa sobre estas cuestiones, pero ha afirmado que no quiere un partido de baronías, como el PSOE y el PSC, su partido hermano en Cataluña. La gestora, como gran concesión, propone crear un órgano interno formado por los líderes autonómicos para emitir opiniones que no serán vinculantes. No hay ningún partido completamente democrático y transparente, pero si se comparan los mecanismos internos de decisión, PSOE y PNV ganan al resto de formaciones de largo.
Bajo la batuta de Albert Rivera, Ciudadanos vivió una larga etapa de hiperliderazgo; toca ahora poner las bases para adoptar un sistema más racional de funcionamiento. A nadie se le escapa que Ciudadanos tiene ante sí un reto tan difícil como resucitar a un muerto, pero la terapia no puede ser una nueva dosis de ordeno y mando. Unas de las causas de la debacle electoral fue la incapacidad de integrar a todas las sensibilidades del partido.