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Juan Neira

LARGO DE CAFE

TODO SIGUE IGUAL

La entrevista entre Pedro Sánchez y Pablo Casado quedó vista para sentencia tras el saludo inicial ante la puerta del palacio de la Moncloa. Ambos líderes se recibieron con caras serias y circunspectas, tal como reflejaron las fotos. Una cosa es estrechar la mano de Quim Torra, o de cualquier notable independentista, y otra muy distinta hacerlo con el líder de la oposición, denotado dirigente derechista. En cuanto a Casado, bastó ver la forma de echar el cuerpo hacia atrás en el momento de estrechar la mano del presidente para comprender que no iba con voluntad de buscar un punto intermedio de entendimiento, sino con la pretensión de poner el listón del pacto muy alto para que no fuera capaz de saltarlo Pedro Sánchez. Los dos estaban de acuerdo en no tener coincidencias, y a partir de esa constatación dieron media vuelta y entraron en el palacio para charlar por espacio de noventa minutos. Ante las cámaras, ninguno de los dos incurrió en gestos de hostilidad, pero no hubo atisbo de cercanía. No emularon la foto de Benjamín Netanyahu con Mahmud Abás, aunque cada uno por su lado, con cualquier otro líder derrocha simpatía en comparación con la imagen que proyectaron ayer.

Planteada la cita bajo esas coordenadas, la batalla política comenzó al finalizar la entrevista. María Jesús Montero, como portavoz del Gobierno, ya había preparado la víspera la intervención para decir que Casado usaba las instituciones del Estado (Consejo General del Poder Judicial) de rehén para imponer sus tesis sobre Cataluña o sobre la política económica. Es muy delicado para el Gobierno hablar en esos términos, ya que está en el ambiente las concesiones que tiene que hacer ante las presiones de los independentistas, hasta el punto de prepararse para cambiar leyes o abrir negociaciones con la Generalitat, como si fueran dos gobiernos representando a dos estados distintos. Casado exigió que Pedro Sánchez se retractara de todo, desde el entendimiento con ERC hasta formar coalición con Unidas Podemos, ofreciendo como señuelo la aprobación de los presupuestos del Estado. El presidente del PP dijo que «la pelota estaba en el tejado de Sánchez». Lo cierto, es que si Sánchez aceptara sus demandas perdería los aliados, el Gobierno y el electorado.

¿Por qué se concertó la entrevista? En este punto, toda la responsabilidad recae sobre Pedro Sánchez que fue quién la propuso. Una cuestión de imagen para dar a entender que no hay otra vía que el pacto con ‘podemistas’ y nacionalistas.

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por JUAN NEIRA

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