Homenaje anual a Manuel Llaneza en el cementerio civil de Mieres. La liturgia dice que los sindicalistas hablan y los políticos escuchan. En la época de José Ángel Fernández Villa se pasaba lista. Pepe Álvarez, secretario general de UGT, estuvo sembrado. Despotricó contra la comunidad autónoma de Madrid por ejercer una presión insoportable sobre el resto de regiones: es un «escándalo y una vergüenza». Para este señor bajar los impuestos es intolerable y subirlos es saludable. Que se lo pregunten a la gente a ver si opina lo mismo o justo lo contrario. Que yo sepa, el único que mete presión con los impuestos es el Gobierno central que tiene una amplia competencia sobre la materia. No creo que haya muchos asturianos, valencianos o andaluces que estén preocupados por las rebajas fiscales madrileñas, sino por la tributación de sus territorios. Puestos a establecer relaciones, la baja presión fiscal de Madrid sirve para que otros gobiernos autonómicos repriman sus impulsos al alza.
Álvarez se suma a la consigna de la armonización fiscal, dando por descontado que la operación se sustanciará elevando la presión fiscal en las comunidades autónomas donde es más laxa. Ni se plantea que la armonización sea a la baja. No sé si se habrá parado a pensar en lo antinatural que resulta obligar a un gobernante a subir los impuestos en contra de su voluntad. Si el Gobierno de Pedro Sánchez obligara a Isabel Díaz Ayuso a elevar el tramo autonómico del IRPF de Madrid, dejará de ser un tramo autonómico y volverá a ser el IRPF de total competencia estatal. Eso sí que es involución autonómica y no otras cosas. A Pepe Álvarez no le molesta que en el País Vasco los tipos impositivos no concuerden con los estatales. Allí son majos y en Madrid son fachas. O en Navarra. Pepe Álvarez sabe a dónde dirigir los dardos.
Adrián Barbón está a favor de avanzar en la armonización fiscal de impuestos como Patrimonio y Sucesiones. Desde la óptica de un gobernante que ve cómo se marchan de Asturias desde los jóvenes universitarios hasta los capitales, Patrimonio y Sucesiones forman parte de una misma secuencia: antes de morir se empadronan en Madrid (dejan de pagar Patrimonio en Asturias) y luego los herederos tampoco pagan aquí. Patrimonio es un impuesto residual en la Unión Europea. Solo Francia lo defiende. Zapatero lo quitó, y en la crisis echó mano de él porque el sistema fiscal había perdido 70.000 millones. Una guerra por el Impuesto de Patrimonio acabará con saldo negativo para España.