La versallesca reunión entre el Gobierno de Pedro Sánchez y los dirigentes independentistas, capitaneados por Quim Torra, ya ha dado su primer fruto: la aprobación del techo de gasto para 2020, paso necesario para elaborar los Presupuestos Generales del Estado. La negociación sobre el problema catalán tiene poco que ver con la aprobación de las cuentas, pero a los independentistas no les interesa España, solo piensan en utilizar todo su poder de representación en las instituciones estatales para presionar a favor de su causa. Ya lo dijo con especial crudeza la representante de ERC, Montse Bassa, en el último debate de investidura, «me importa un comino la gobernabilidad de España». Hubo buen rollo en la Moncloa entre el equipo de Pedro Sánchez y los dirigentes independentistas y, a la mañana siguiente, ERC y Bildu se abstuvieron en la votación sobre el techo de gasto. Los portavoces de ERC aclararon que su abstención no buscaba facilitar la aprobación de los presupuestos, sino mantener las expectativas sobre la mesa de diálogo con el Gobierno de España.
En muchas ocasiones se aprobaron planes o presupuestos con los independentistas, unas veces porque la aritmética los hacía indispensables y en otras por integrarlos en la normalidad del curso político. Los acuerdos fueron a escala de España o centrados en Cataluña. Cuando Sáenz de Santamaría inició la política del apaciguamiento con la Generalitat, pactó un plan económico cuatrienal (2016-2020) para Cataluña con el entonces vicepresidente Oriol Junqueras. Hubo más acuerdos, pero ninguno ha alejado a los independentistas de la senda que previamente habían trazado, así que ahora no hay motivos para pensar que será distinto. En la comisión bilateral, Estado-Generalitat, extorsionarán al Gobierno para que financie todo tipo de proyectos en Cataluña, y en la mesa del diálogo se mostrarán inflexibles en sus peticiones de declarar una amnistía y regular un referéndum de autodeterminación.
María Jesús Montero dijo que la mesa de la negociación sólo dará frutos a largo plazo, porque el problema que tienen entre manos es muy complejo. Lo mismo había dicho unas horas antes Pedro Sánchez. Sin embargo lo que piden los independentistas es muy fácil de entender. Cuando el Gobierno utiliza la palabra, «complejo», busca desanimarnos para que no sigamos de cerca el asunto y prestemos atención a otras cuestiones. En algún momento habrá que hacer un truco y es bueno que el público esté distraído.