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Juan Neira

LARGO DE CAFE

EL DAÑO DEL NEXO BILATERAL

En el escaso espacio público que dejan sin ocupar las consecuencias epidemiológicas, sociales, económicas y políticas del coronavirus, destaca el mitin de Carles Puigdemont en Perpiñán. Según la policía francesa, 110.000 personas se concentraron en la capital del Rosellón, la ‘Cataluña del norte’, para escuchar al expresidente de la Generalitat.

A los cuatro días de haberse producido el encuentro versallesco entre el núcleo duro del Gobierno de España y lo más granado del independentismo catalán, Puigdemont pronunció un discurso de combate, de acumulación de fuerzas para la batalla final («es hora de organizar la lucha definitiva»). Nada de acuerdos, de diálogo, de negociación: ruptura con España («en el Estado español nunca tendremos sitio, si antes no dejamos de ser catalanes»). El acto de Perpiñán fue el prólogo de la campaña electoral catalana.

Competidores

Los dos partidos nacionalistas, Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y Junts per Catalunya (JxCat), disputan un mismo espacio político. Ambos pretenden alcanzar el poder en su territorio con la intención de desarrollar estrategias diferentes. ERC apuesta por la vía del diálogo con Madrid, mientras que JxCat propugna el enfrentamiento, echando mano de todo tipo de instrumentos (‘Tsunami’), como se pudo ver tras la sentencia del Tribunal Supremo sobre los independentistas sediciosos.

Las opuestas estrategias tienen una gran influencia en la política española, porque Pedro Sánchez pretende convertir a los nacionalismos en socios del Gobierno bipartito. ERC, PNV, Bildu y BNG pactaron con el líder socialista, pero JxCat votó en contra de su investidura.

Detrás de la posición de ERC, el grupo nacionalista con más parlamentarios en Las Cortes Generales, hay un plan de gran calado, que coincide con las posiciones defendidas en el socialismo catalán por Miquel Iceta. Se trata de ir a alianzas tripartitas en los distintos ámbitos institucionales, entre PSOE, Podemos y ERC. A partir de esa triple voluntad se puede llegar a gobernar en España, en Cataluña y en los principales ayuntamientos catalanes. En la práctica, sobre ese tipo de entente se sostiene el actual Gobierno de España.

La triple alianza conjuga el progresismo español y el nacionalismo histórico, con lo que se granjearía el apoyo de otras fuerzas minoritarias.

Desde la ruptura, JxCat quiere tener en Cataluña el papel hegemónico del que gozó Convergencia i Unió durante los veintitrés años de ‘pujolismo’.

Mesa

Los dos grupos participan en la mesa de negociación con el Gobierno de España, creando confusión y alimentando las contradicciones.

Torra, aquel anónimo candidato, número once en la lista de JxCat, que escogió Puigdemont para presidir la Generalitat, no está a favor de llegar a un acuerdo, a no ser que entendamos por tal la rendición del Gobierno de España declarando la amnistía para los sediciosos y concediendo la autodeterminación para Cataluña. Los dirigentes de ERC no contemplan otro final que el pacto con el Gobierno de España.

¿Por qué se sentó a negociar JxCat y qué tipo de frutos debe dar la negociación para satisfacer a ERC?

Puigdemont dio la orden de sentarse a la mesa por una razón meramente táctica: cerrar las puertas al diálogo no es popular. Tienen que sumarse a la liturgia de la negociación. Hacer lo contrario implicaría asumir un excesivo riesgo ante las elecciones catalanas.

Pretenden hacer ver que no es posible el acuerdo, y para ello debe visualizarse el fracaso de la mesa de negociación, cosa que llevará algún tiempo. De momento hay que dar la imagen de unidad entre las fuerzas catalanistas.

Para que la vía de ERC tenga éxito, la negociación debe ser muy larga, porque conlleva cambios en el sistema jurídico y Pedro Sánchez no está en condiciones de poder ofrecerlos en el corto y medio plazo. Este es otro punto en el que convergen socialistas y republicanos. Extender la negociación a gran parte de la legislatura supondría una garantía de estabilidad para el Gobierno de Pedro Sánchez y una posición privilegiada de influencia para ERC.

En el comunicado tras la primera reunión se habla de reuniones mensuales y una cita semestral para revisar lo negociado a la que asistirán presidentes y vicepresidentes. Esto va para largo.

Todo este plan podrá quedar reforzado o venirse abajo en función de los resultados electorales en Cataluña. También tiene cosas que decir la oposición del centro-derecha.

El tren

Si no se participa de las razones y las emociones del citado tripartito hay dos motivos para estar preocupado. Por un lado está la previsible prueba de estrés a la que se va a ver sometida la Constitución y el ordenamiento jurídico. Sobre este peligro vienen advirtiendo, desde hace tiempo, políticos, profesores, periodistas, etc. Podemos perder todos.

El otro problema tiene que ver con la privilegiada relación bilateral con Cataluña en que se basa el mandato de Sánchez. Los perjudicados serán el resto de comunidades autónomas.

Al acabar la primera ronda negociadora, María Jesús Montero, ministra de Hacienda y portavoz, citó, así como de pasada, las inversiones que van a hacer en la red de cercanías ferroviarias de Cataluña.

Esta semana hemos conocido que del Plan de Cercanías para Asturias, en los dos últimos años, con Pedro Sánchez en el poder, solo se ha gastado el 0,1% de lo previsto. Espero con impaciencia la cumbre de Adrián Barbón con Sánchez.

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por JUAN NEIRA

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