Adrián Barbón participó, en Lugo, en un acto sobre el reto demográfico en compañía de Gonzalo Caballero, candidato del PSOE en las elecciones autonómicas gallegas del cinco de abril. El presidente del Principado dijo que «tenemos que prepararnos para bajar del millón de habitantes». Basta con perder algo más de 20.000 para situarnos en ese escenario. En tres años habremos retrocedido hasta esa cifra. En el año 1960, Asturias tenía 994.670 habitantes. En tres ejercicios repetiremos la marca, con la diferencia de que ahora perdemos población, mientras que entonces la ganábamos cada año.
Desde la perspectiva demográfica hay un punto en común entre la Asturias de 1960 y la de 2022 o 2023: en las dos coyunturas emigra la gente al extranjero. En los años sesenta muchas personas marcharon en busca de trabajo a Alemania, Francia o Suiza. El plan de estabilización había puesto fin a las trampas y las ensoñaciones económicas de la autarquía, e inició una cura de realismo que sirvió para modernizar a España y a Asturias. Una operación de progreso con daños colaterales para los sectores más protegidos de la economía, como era, y es, el campo. Entre 1960 y 1972, 436.000 españoles marchan a trabajar a Francia, 552.000 se fueron a Alemania y 577.000 a Suiza. Una diáspora muchísimo más intensa que la actual. A cambio, entraron las inversiones extranjeras, se relanzó la industria y comenzó el boom del turismo. Diez años más tarde, Asturias tenía 1.052.048 habitantes. En la década de los años sesenta el censo aumentó en casi 58.000 habitantes. ¿Cómo se pudo tener un saldo tan positivo con un éxodo tan amplio? La respuesta está en la economía. Entre 1961 y 1973, el PIB español creció a una tasa anual del 7,3%. El mayor incremento del mundo por detrás de Japón. Sin embargo, entre 2009 y 2018, el crecimiento medio fue del 0,4%. Con el aumento demográfico, las ciudades crecieron, el sector industrial trajo el bienestar y las familias tuvieron más hijos. Así de sencillo o de difícil, según como se quiera ver.
Adrián Barbón habló del compromiso del Gobierno autonómico con la llamada Asturias vaciada, recordando que las ayudas a los emprendedores de la zona rural alcanzarán los 35.000 euros. Bienvenidas sean todas las ayudas, máxime cuando se trata de cantidades relevantes. No es cuestión de perderse en valoraciones, porque el paso del tiempo será el mejor medidor de su eficacia. Gobernantes y gobernados debemos de hacer sacrificios para invertir la curva de la despoblación.