IU de Asturias va a elegir por sufragio de la militancia al máximo órgano de dirección (la coordinadora). Los asturianos aceptaron la imposición de Madrid que no daba por válida a la coordinadora surgida de la Asamblea porque había sido elegida por delegados. Como estaba previsto se plegaron a las exigencias de la dirección de Alberto Garzón. En principio, el nuevo coordinador, Ovidio Zapico, seguirá en el cargo sin pasar nuevamente por el refrendo de las urnas, en contra de lo que pedía el sector crítico asturiano (Avilés y Langreo), muy bien conectado a los jefes de Madrid.

El asunto de la coordinadora no tendría mayor importancia si no fuera el último eslabón de una cadena de desavenencias entre las direcciones estatal y asturiana. En su momento influyó que fuese Gaspar Llamazares el portavoz parlamentario de IU en la Junta General del Principado. La imagen de Llamazares y su capacidad de representar una línea política distinta a la que encarna Alberto Garzón hizo que el aparato de Madrid observase con lupa todo lo que pasaba en la organización asturiana con el ánimo de convertir las diferencias en conflictos. En la actualidad se está en una coyuntura diferente, y por eso ni la cúpula estatal tiene interés en llevar la controversia hasta las últimas consecuencias, ni la dirección asturiana está mentalizada para realizar una defensa numantina de sus posiciones.

IU de Asturias está en una posición de debilidad. En las elecciones autonómicas obtuvo el peor resultado de su historia y acaba de cambiar de líder. Lo peor es la desafección del electorado. En la Cámara autonómica han optado por vincularse al PSOE. IU no buscó un pacto como tantos que hubo entre las dos formaciones en los últimos veinte años, sino la conversión de la entente en flotador para no ahogarse en las agitadas aguas de la política asturiana. A partir del acuerdo con el Gobierno de Adrián Barbón, IU optó por actuar con perfil bajo en espera de finalizar el periodo de convalecencia iniciado tras las elecciones. En política las cosas no funcionan así. La discreción o el silencio solo sirven para que el electorado condene al ostracismo a la fuerza política que lo practica. De cara al futuro, deberían pensar que la debacle en las elecciones autonómicas fue la consecuencia de haber renunciado a sus siglas en las elecciones generales. La política del ministro de Consumo puede valer para sus objetivos personales, pero a IU de Asturias la deja reducida a la condición de grupo marginal.