La comparación de la jornada: España supera a China en número de fallecidos por coronavirus. El gigante asiático llegó a sumar 3.287 decesos, mientras que nosotros alcanzamos 3.434, en una permanente escalada que acumula cientos de víctimas a diario. Aunque los datos de China sean reconocidos por la comunidad internacional, no se pueden validar como si la información proviniera de un país democrático. Que China le está ganando la batalla al virus es un hecho del que todos nos congratulamos, pero el coste de esa victoria no pudo ser de 3.287 muertos. Como todo el mundo sabe el brote surgió en Wuhan, en los primeros días de diciembre, contabilizando la primera víctima por coronavirus el último día del año. El 20 de enero reconocieron las autoridades chinas que la epidemia de transmitía entre humanos y empezaron a contabilizarse las víctimas.
Wuhan es capital de la provincia de Hubei, por donde se extendió la enfermedad. Wuhan tiene 11 millones de habitantes (tres veces Madrid) y Hubei, 57 millones (casi igual que Italia). Mientras daba palos de ciego la sanidad china, ¿quién se puede creer que en un territorio tan abigarrado solo murieran tres mil personas? En los tres primeros meses del año se cancelaron las cuentas de 21 millones de teléfonos móviles en China, y se dieron de baja 840.000 líneas fijas. Allí hay que usar teléfono porque el Gobierno obliga a tener los datos de los bancos y la seguridad social conectados al móvil ¿Por qué tantas bajas?
Volvamos a occidente. El ministro de Sanidad dijo que estos días se repartieron seis millones de mascarillas. No debió ser un reparto proporcional a la población, porque a Asturias llegaron 62.000, cuando nos correspondían más del doble. Si se tuviera en cuenta que somos la región con una tercera edad más numerosa, todavía nos debían llegar más, pero a Salvador Illa le debió parecer suficiente o tenía otros compromisos. Es de sobra conocido que el Ministerio de Sanidad quedó sobrepasado con el avance de la pandemia, hasta el punto de tener que dar un giro radical olvidándose de la política del lavado de manos como práctica suficiente para contener al virus. Pese a la desorientación oficial, el ministro se atrevió a decir que «estimamos que en la última semana de febrero es cuando se produjo el contagio masivo en la Comunidad de Madrid». Hay que echarle morro. Así que Irene Montero, Carmen Calvo, Carolina Darias y la señora de Sánchez se contagiaron en las rebajas de febrero, no en la ‘manifa’ del 8M.