La evolución de la vida confinada o recluida está en función de dos variables, la temperatura del día, marcada por el número de contagios y fallecidos, y las complejas explicaciones sobre la pandemia a cargo del doctor Fernando Simón. Nunca coinciden la temperatura y las disertaciones del doctor. Los números no engañan. Por ejemplo, el domingo pasado había 28.572 contagiados, y seis días más tarde hay 72.248. O más crudo, hasta el pasado domingo habían muerto 1.813 infectados, y seis días después ya perecieron 5.694. Cualquier persona, con independencia de su nivel de formación e inteligencia, concluirá que las cosas no van muy bien. Sin embargo, el doctor Simón, el ministro Salvador Illa y la izquierda en el poder dicen que no solo van bien, sino que la pandemia está a punto de ser una cosa del pasado.
En los últimos ocho días los portavoces de tanta rueda de prensa sin prensa, utilizan, machaconamente, el verbo llegar. «Estamos a punto de llegar al pico». Ya perdió fuerza lo de «aplanar la curva», y están vuelta y dale con el pico. Unas veces ya llegamos al pico y otras estamos a punto de llegar al pico. El pico es el punto más alto de la curva que marca la evolución de los contagios. O la evolución de las muertes por día. Ayer, la cifra de contagios constituyó un nuevo récord, 8.189 en veinticuatro horas; también hubo récord de muertos, 836, y el doctor dijo que «estamos a punto de llegar al pico y quizás en algunas regiones ya han llegado». Si su discurso tiene lógica, reconozcamos que es una lógica perversa.
El ministro Salvador Illa también recurre al verbo llegar para explicarse. No tenemos test para realizar diagnósticos en quince minutos, carecemos de mascarillas, escasean los guantes y los sanitarios se protegen del virus con plásticos, como hacían los futboleros antes de cubrirse los estadios. Resultado, en cuatro días (martessábado) el número de contagios aumentó un 75% entre los sanitarios: de 5.400 a 9.444. Pues bien, Salvador Illa dice que ya llegan los test, que ya llegan las mascarillas, que ya llega el material chino. Con la modificación del estado de alarma, del confinamiento parcial al total, queda claro que el doctor y el ministro se apuntan a las leyendas urbanas. La única verdad estaba en los números. No llegaron los test y la cifra de infectados y fallecidos nos deja máximos diarios. Por esa razón Pedro Sánchez da una vuelta de tuerca y endurece el confinamiento a ver si la gente soluciona el problema que no supo prever el Gobierno.