Diez mil expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) se han presentado en nuestra región. De ellos, 4.550 ya han sido tramitados, afectando a 16.564 trabajadores. La figura del ERTE se adapta bien a la actual situación en que las empresas prescinden provisionalmente de su plantilla, o de una parte de ella, no porque escasee la demanda de trabajo, sino por la estrategia de confinamiento contra el coronavirus que obliga a los empleados a quedarse en casa, a no ser que formen parte de los servicios considerados como esenciales. Como ya ha explicado repetidamente el Gobierno, los ERTE no implican ruptura del vínculo contractual entre empleador y empleado, ya que los trabajadores siguen formando parte de la plantilla. Se trata de un paréntesis hasta que termine la situación excepcional en que vivimos. En paralelo a la política de los ERTE, el Gobierno tomó medidas para reducir las posibilidades de despido mientras dure el estado de alarma. Los empresarios criticaron la iniciativa que restringe la capacidad de gestión sobre bienes de su propiedad, pero en unas circunstancias tan especiales como las actuales, en que se perdieron casi 900.000 afiliados a la Seguridad Social, se trata de alzar un dique para que los amigos de pescar en río revuelto no puedan utilizar malas artes. Es hora de aplicar ERTE, el tiempo dirá lo que ocurrirá luego.
La Federación Asturiana de Empresarios (Fade) ha realizado un estudio que cifra en 33 millones de euros las pérdidas diarias que ha sufrido la región desde el 13 de marzo. Según la patronal se ha reducido un 60% la actividad económica, lo que supone una sangría de 600 puestos de trabajo cada veinticuatro horas. La política del confinamiento es buena para la salud y mala para el empleo. La decisión se tomó ante el crecimiento de muertos por infección del coronavirus, después de que los expertos sanitarios la hubieran desaconsejado durante semanas. En estos momentos todavía no se puede cambiar porque se perdería el terreno ganado a la pandemia, así que lo mejor es aprovechar las posibilidades del presente que en Asturias son más amplias que en otras regiones gracias a la hábil jugada de Adrián Barbón de presentar una lista de empresas relacionadas con los servicios esenciales que debían mantener las puertas abiertas.
Cuando acabe el estado de alarma tocará recuperar la economía. Será el momento de alcanzar acuerdos con la vista puesta en los intereses generales. Todas tendrán que hacer sacrificios.