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Juan Neira

LARGO DE CAFE

LA CHAPUZA DE LAS CIFRAS

La jornada no estuvo presidida por el acierto. Si antes ya había aparecido el síndrome de la chapuza, con la polémica sobre el número de muertos la sospecha sobre la ineptitud de los que mandan se ha generalizado. Resulta que después de dos meses recabando datos sobre la pandemia, nos enteramos de que ni siquiera se habían puesto de acuerdo en la forma de contabilizar los fallecidos. El ministro de Sanidad y el ‘dream team’ que le rodea sabían que los gobiernos regionales les daban datos heterogéneos, pero ellos juntaban todas las cifras como si se tratara de cantidades homogéneas. Así como en Asturias se hacían las cosas bien y se contabilizaban los decesos por coronavirus, sin tener en cuenta el lugar en que se produjeron, en Madrid, Cataluña, Galicia, Castilla y León y Navarra, solo se notificaban las muertes ocurridas en hospitales. El resto iban directamente al limbo. Resulta inexplicable que el Ministerio de Sanidad aceptara esa disparidad de criterios y a partir de ahí realizara las sumas que servían para dibujar la famosa curva que daba pie a que el inefable Fernando Simón sacara sabias conclusiones, siempre constructivas para evitar que la gente se enemistara con el Gobierno.

En ningún registro se admite la anotación de datos heterogéneos. En sanidad, como en tantas otras áreas de actividad, hay miles de estadísticas. Por ejemplo, en algún lado se anotan los fallecimientos por infarto de miocardio, recabando datos de toda España. En la lista están las personas que murieron en hospitales, en los domicilios, en la calle, etcétera. No sería de recibo que en una comunidad autónoma se limitaran a notificar las muertes en hospitales.

Pues bien, el coronavirus es una excepción. Toda España iba siguiendo la evolución de la curva de Simón, pero solo él y un grupo de elegidos sabía que quedaban miles de muertes sin reflejar en la gráfica. La cuestión es muy grave, porque así como los infartos no se contagian, con el coronavirus estamos hablando de una pandemia donde interesa saber con gran exactitud la evolución y el impacto que tiene en la población. Al parecer, en Madrid hubo 13.000 fallecidos y al Ministerio de Sanidad solo le constan 7.000. A partir de ahí hablan de picos, aplanamientos y desescalada. Desde este fin de semana va a imperar la lógica y se contabilizarán todas las muertes por coronavirus con independencia del lugar en que ocurran. Dicho en términos de la izquierda: se acabaron los recortes que servían para amortiguar el desastre.

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por JUAN NEIRA

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