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Juan Neira

LARGO DE CAFE

EL FIN DE LA UNIFORMIDAD

Tras casi un mes de discurso único se quebró la uniformidad. El confinamiento físico fue acompañado de un reduccionismo mental propiciado por las diarias pláticas televisadas de los ministros del Gobierno. Un mes de televisión única.

Cuando surgían cuestiones muy difíciles de ocultar, como el liderazgo mundial en número de muertos por millón de habitantes o en el número de sanitarios infectados, llegaba el científico Simón para decir que los modelos matemáticos mostraban que las cosas iban bien. En realidad, sólo dos cosas iban bien: la capacidad de respuesta de los profesionales de la sanidad a la pandemia y el seguimiento colectivo al confinamiento.

El miedo al virus y a la cuantía de las multas (sanciones para ricos o muy ricos) dejó a la gente en casa. Ahora ya empiezan a conocerse los daños colaterales para la salud del encierro.

La discrepancia política, la interpretación plural de los datos ha terminado con la uniformidad. La oposición cuestionó la fiabilidad de las cifras oficiales sobre afectados por el virus y decesos. El inefable Simón acabó reconociendo que hubo miles de muertos sin contabilizar por habérseles parado el corazón fuera de los hospitales.

Fallecimientos

En Asturias se registraron rigurosamente todos los fallecimientos por COVID-19, pero en otras regiones la mitad de los muertos quedó fuera del recuento. Un escándalo. El Ministerio de Sanidad está tratando de rehacer la estadística. La fiabilidad en un asunto tan crucial ha quedado irremisiblemente erosionada.

En otras cuestiones, la credibilidad del ministro de Sanidad y sus asesores áulicos está bajo mínimos. Cada vez que anuncian un reparto masivo de mascarillas o test surgen los problemas: no llegan, no valen, son pocos.

La discrepancia se ha extendido al modo de finalizar el curso académico en colegios e institutos. La ministra de Educación quiere que apruebe todo el mundo («la repetición será una medida excepcional», «ningún estudiante perderá el curso por el coronavirus») pero no se atreve a decretar el aprobado general. Isabel Celaá no quiere concretar el número de suspensos que impiden superar el curso, dejándolo en manos de los equipos docentes.

Un disparate mayúsculo: un grupo de profesores decidiendo las condiciones que hay que cumplir para obtener un título académico (ESO). Cada colegio o instituto puede regirse por su propia casuística. Se sustituyen las normas por sensibilidades, prácticas, experiencias, opiniones.

Varias comunidades autónomas (Madrid, Murcia, Castilla y León, Andalucía) van a seguir lo que dice la Lomce, y otras, como el País Vasco y Cataluña, redactarán sus propias directrices. La autoridad de la ministra ha quedado por los suelos.

En el confinamiento entraron juntos los 47 millones de españoles, pero la salida no parece que vaya a ser a la vez. No me refiero a las diferencias lógicas entre regiones por la distinta penetración de la pandemia, sino por razones políticas.

Niños

Adrián Barbón va a crear una comisión para estudiar un plan que contemple la salida controlada de los niños a la calle y, más allá, una guía de cómo se puede ir recuperando la normalidad social y económica en la región. El presidente asturiano recordó que la competencia sobre la materia corresponde íntegramente al Gobierno central. Un análisis, ‘in situ’, por las autoridades regionales, puede ser de gran utilidad para la decisión que debe tomar el presidente del Gobierno.

Cuestión distinta son los planes de los responsables políticos de Cataluña y el País Vasco, que esperan superar el confinamiento por su cuenta y riesgo. Oriol Junqueras lo dijo con claridad: «el Estado no es útil». La actuación del Gobierno fue «centralista, nacionalista, militarista, oligopolista y desesperadamente ineficiente».

Desde la primera declaración del estado de alarma se vio que los ciudadanos confinados asumen mejor la excepcionalidad que las instituciones autonómicas gobernadas por grupos independentistas. Creo que la dinámica en que entraremos a partir del próximo domingo, con la nueva prórroga del estado de alarma, va estar muy condicionada por los planes de los independentistas para sus territorios.

Como estamos en época de experimentos, pueden sentirse tentados de llevar sus planes de movilidad a la calle, sacando a niños y mayores de sus casas, según horas, razones y caprichos. El caso es ningunear las normas de Madrid. Para evitar un pulso de ese tipo, el Gobierno de España puede sentirse tentado a anticipar las medidas de eso que han dado en llamar, el ‘desescalamiento’.

Presupuestos

Mientras la atención sigue puesta en la pandemia, el Gobierno ha renunciado a aprobar los presupuestos generales del Estado para 2020, porque el terremoto económico impide hacer previsiones sólidas. Entiendo la dificultad, pero creía que para Pedro Sánchez era una prioridad dejar de gobernar España con el presupuesto heredado de Rajoy.

Hace unas semanas, el presidente hablaba de aprobar entre todos los «presupuestos de la reconstrucción social y económica». Supongo que no renuncia al objetivo, pero para lograrlo tendrá que utilizar la distribución de recursos aprobada por el último gobierno del PP. Bien mirado, esas cuentas le dan suerte, porque con ellas pudo sacar adelante los ‘viernes sociales’ (2.300 millones de euros) y ganar las dos últimas elecciones generales. Ya saben, la izquierda es lo opuesto a la derecha.

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por JUAN NEIRA

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