Los presidentes de las tres Cámaras de Comercio de Asturias (Gijón, Oviedo y Avilés) han planteado un decálogo de medidas para relanzar la economía regional. Entre ellas destaca la creación de un fondo con capital público y privado para la reconstrucción que sirva para ayudar a las empresas y dar cobertura a sus iniciativas. En el documento también hablan de dotarse de un plan industrial y de promocionar Asturias con una oficina de captación de inversiones. Este tipo de iniciativas, u otras parecidas, se han barajado reiteradamente a lo largo de las últimas décadas, pero en esta ocasión tienen el don de la oportunidad. En ningún otro momento fue tan importante hablar de ello, porque es la hora de unir esfuerzos entre el sector público y privado para reactivar la economía. Cada semana que pase sin tomar decisiones tiene un coste en términos de fragilidad en las empresas y vulnerabilidad de los puestos de trabajo. Hay que negociar urgentemente un plan de actuaciones y acompañarlo de un calendario. Se deben dejar a un lado diferencias ideológicas, rencillas del pasado y protagonismos personales. No esperemos que venga todo del Estado, porque hay diecisiete comunidades autónomas compitiendo por las inversiones y ayudas de Madrid, y solo somos un territorio uniprovincial con un millón de habitantes.
En la Junta General del Principado, Juan Cofiño habló de algunas de las primeras medidas que se tomarán al salir del desconfinamiento: la apertura de las terrazas de los bares y el uso de las segundas residencias para trabajar en las huertas. La utilización de las terrazas es una prioridad. Si la patronal de la hostelería lanzó un mensaje de socorro para que el Principado aporte financiación es porque muchos negocios están a punto de renunciar a abrir sus puertas. Es evidente que las terrazas no podrán funcionar como antes. Será preciso restringir el número de consumidores en la instalación y en cada una de las mesas. También tendrán que tomar los hosteleros medidas de asepsia mucho más exigentes que hasta ahora. Pero tienen que abrir. La activación de las segundas residencias no plantea dificultades pensando en la pandemia. La gente que supo comportarse en la primera residencia, sabrá hacerlo en la segunda. O en la tercera, si es que la tiene. Claro que se debe permitir el trabajo en las huertas, pero no nos engañemos, cuando se habla de segundas residencias se habla, sobre todo, de turismo, y eso son palabras mayores. No juguemos a la ruleta rusa.