Asturias ha aprobado el examen de los expertos. Un grupo de personajes ocultos, de los que no sabemos nada salvo que fueron elegidos por el Gobierno, ha considerado que nuestra comunidad autónoma está en condiciones de pasar de la fase cero a la uno. Es difícil valorar lo que supone ese cambio de cualificación, pero no hay duda de que representa una dosis de autoestima tras ver cómo territorios poderosos –Cataluña y Madrid– suspendían rotundamente la prueba y quedan varados en la fase cero.
Aunque nuestra región se enfrentaba a un tribunal opaco y un temario desconocido (la mayoría de los criterios de evaluación no se habían hecho públicos), yo daba por seguro que íbamos a subir un peldaño hacia la recuperación de la normalidad. Me basaba en datos elementales: la pandemia nos afectó menos que a la mayoría de las regiones españolas; los servicios hospitalarios asturianos nunca estuvieron desbordados por las demandas de los enfermos y estamos en cabeza en la realización de test (PCR) por población. Para decirlo todo, añadiré un pequeño detalle: Asturias está al abrigo de fricciones políticas con el Gobierno de España o el Ministerio de Sanidad, así que no cabía esperar sorpresas. Con una perspectiva más amplia, hay que celebrar el pase a la segunda fase de las cuatro regiones cantábricas, de modo que si seguimos progresando adecuadamente podremos afrontar el verano en mejores condiciones. Hay que hacer pronto fotos de playas con bañistas para resucitar el turismo. A ver cuándo sale a relucir la inteligencia del norte.
Por lo demás, estamos instalados en la Torre de Babel. La Comunidad Valenciana, con cinco millones de habitantes, suspende, pero diez de sus «departamentos de salud» aprueban. Castilla y León suspende, aunque 26 «zonas básicas» aprueban. Andalucía pasa, sin embargo, Málaga y Granada se quedan. Nunca vi una interpretación tan rotunda de España en clave cantonal. Hay unos cuantos suspensos, pero el único cero absoluto es para Madrid. Qué malos son, pese a tener ocho de los diez mejores hospitales de España. El lío es monumental. Trato de seguir este asunto de cerca, pero han hecho un embrollo tan grande con fases, franjas horarias, edades, particiones del mapa y valoraciones que es difícil saber cómo discurre todo. El ministro Illa dijo que la desescalada se hacía con dos pilares: cogobernanza y prudencia. El segundo se supone para todo, pero la cogobernanza va por barrios. De momento, constato que Torra y Urkullu no tienen queja.