La iniciativa del presidente depende de otras voluntades, pero especialmente de Ciudadanos. El Gobierno bipartito necesita mancomunar las fuerzas con varios grupos que tienen menos escaños que el partido de Inés Arrimadas. La política es así, Ciudadanos pasó de ser un grupo despreciado por el Gobierno a convertirse en imprescindible para mantener la política del confinamiento selectivo o de la transición gradual y asimétrica a la normalidad, que de las dos formas se llama. Si Arrimadas y su equipo se suman al frente del ‘no’, el golpe para el Gobierno será de una transcendencia incalculable. De las anteriores reflexiones se deduce que Ciudadanos votará que sí. El giro dado en la anterior votación parlamentaria quedará ratificado.

Cualquier partido bisagra es bien recibido como socio para el grupo que gobierna. Entra dentro de la lógica que Ciudadanos pueda llegar a acuerdos con el PSOE y el PP. Ahora bien, Ciudadanos representa un problema para la mayoría de investidura, ya que todos los partidos nacionalistas que coquetean con Sánchez detestan al partido fundado por Rivera. La razón no es otra que su defensa cerrada de la unidad de España y de la Constitución. ERC sufre sarpullidos cuando escucha a Arrimadas y el PNV no quiere ver a Ciudadanos en la órbita del poder. Aunque sólo fuera por esas reacciones de los independentistas, todos los que están preocupados por el mantenimiento del orden constitucional y la integridad territorial no pueden ver con malos ojos la implicación de Ciudadanos en la gobernabilidad de España. Dejo para el final al partido que puede poner más obstáculos para que Pedro Sánchez tenga un aliado en el centro: Podemos. Desde los debates postelectorales de 2015 a Pablo Iglesias le quita el sueño las negociaciones de Sánchez con Ciudadanos.