Adrián Barbón considera que la situación presupuestaria no permitirá incurrir en alegrías. El presidente del Principado asume que el gasto sanitario va a ser de mayor cuantía que la prevista, y el resto de partidas deberá compensar el incremento de la cobertura sanitaria. La educación es la segunda fuente de gasto en las comunidades autónomas. La ministra del ramo, Isabel Celaá, adelantó que el próximo curso escolar tendrá un carácter mixto, alternando las jornadas presenciales con la enseñanza telemática. La consejera Carmen Suárez manifestó en la Junta General del Principado que las clases en el próximo curso no podrán exceder de los quince alumnos para mantener la distancia prudencial que se aplica en la sociedad desde que el coronavirus nos acompaña. Adrián Barbón es consciente de esta realidad, pero en ninguna de sus declaraciones públicas ha dejado entrever que la reducción del número de alumnos por aula conllevará la contratación de más profesorado. Tampoco lo ha hecho la consejera ni ningún otro responsable educativo.
Con la actual nómina de profesores es imposible formar clases de quince alumnos, por muy novedosa que sea la metodología de enseñanza presencial que se aplique. Así que sólo hay dos posibilidades: si en septiembre la situación sanitaria permanece estable las clases serán mayoritariamente presenciales, con una ratio de alumnos por aula semejante a la actual; en caso contrario, la enseñanza será fundamentalmente telemática, con graves problemas que quedarán ocultos bajo los titulares de la nueva escalada sanitaria.
Las previsiones del Principado, como las del resto de gobiernos autonómicos, se hacen con datos constatados. El incremento del gasto sanitario es un hecho, ya que a día de hoy la factura pagada por el Gobierno asturiano es muy superior a la que figuraba en el presupuesto. Antes de acabar el mes de marzo ya se habían incorporado 700 sanitarios más para hacer frente a la emergencia. Con buen criterio, todo el personal contratado en las últimas semanas continuará trabajando hasta final de año por si surge otro brote epidémico. El gasto sanitario y las ayudas a colectivos sociales o laborales se llevarán gran parte del presupuesto en detrimento de otras partidas, como, por ejemplo, la inversión productiva.