En la Conferencia de Presidentes, Pedro Sánchez expuso cómo será el reparto de los 16.000 millones de euros para las comunidades autónomas que están englobados en un fondo de compensación por los costes originados por la pandemia. La mayor partida va para la sanidad, con 9.000 millones, dos tercios de ellos se transferirán en los próximos días y el resto en otoño. La idea inicial del Gobierno era hacer la distribución de los recursos en función, principalmente, de la población de cada región. Adrián Barbón pidió que se primase sobre todo la llamada población protegida equivalente (personas en la tercera edad) y el Gobierno aceptó la reclamación, de tal forma que la población protegida pasó de contar un 20% en el reparto al 35%. Si se trata de compensar el gasto sanitario es normal que la tercera edad sea un criterio diferencial.
Otra variable que se va a utilizar para repartir los recursos es el número de test PCR que se hicieron en cada comunidad autónoma. La posición previa del Gobierno consistía en contabilizar los PCR que dieron positivo; Asturias demandó que se anotaron todos, con independencia de que el resultado fuera positivo o negativo. Era tan obvia la reclamación que fue satisfecha. A la hora de compensar importa el gasto total en test; es absurdo hacer distingos en función del número de personas infectadas que reveló la prueba. Hay comunidades autónomas que hicieron muy pocos test, y no es lógico que el Gobierno gratifique esa actitud pasiva financiando un coste que no existió.
El Gobierno va a transferir 2.000 millones a las regiones para reforzar la educación. El presidente asturiano declaró que esos recursos deben destinarse a reducir la brecha digital o a contratar más profesores. Dejando claro que lo primero es la salud, la cuestión de la educación es muy importante, aunque sus efectos no se noten en el corto plazo. El curso que viene toda la comunidad educativa tendrá que ponerse las pilas. La mayor parte de los alumnos llegarán a las aulas tras haber abandonado el curso anterior en el segundo trimestre y con seis meses de vacaciones. Si va a haber menos alumnos por aula harán falta más profesores. Si se prevé que la enseñanza presencial pueda ser interrumpida por un repunte de la pandemia, todos los alumnos deberán contar con dispositivos digitales para participar en las clases desde su casa. En resumen, más profesores y más ordenadores. Cualquier otra propuesta acabará en fracaso. Asturias no se puede permitir dos cursos fallidos.