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Juan Neira

LARGO DE CAFE

MINIMIZAR DAÑOS

Pablo Casado e Inés Arrimadas pidieron en Gernika el voto para la candidatura conjunta de PP y Ciudadanos liderada por Iturgaiz. En los comicios gallegos, los dos partidos van por separado porque Feijóo no aceptó socios. La lista de ambas formaciones en el País Vasco es el eco de aquella Navarra Suma que ganó las elecciones generales del 28 de abril de 2019 en Navarra. Para el PP, el principal partido de la derecha, la candidatura unitaria navarra tenía el objetivo de vencer en los comicios y, también, dar un paso para la unificación de las fuerzas de derechas bajo las siglas de su partido. Algo parecido a lo que intentó el PP en Asturias con Foro. En las elecciones vascas del próximo domingo, PP y Ciudadanos tienen una meta más humilde: lograr una representación digna en las instituciones. Van juntos porque ambos se sienten débiles.

No hay sintonía entre los dos grupos, ya que, a diferencia de lo que ocurría hace un año, tienen estrategias diferentes. El PP sigue encabezando el bloque de la derecha con la intención de vencer a la izquierda, mientras que Ciudadanos ha vuelto a su papel inicial de partido bisagra pactando con el Gobierno de Pedro Sánchez las prórrogas del estado de alarma, el decreto de la nueva normalidad y el programa de la Reconstrucción Social y Económica; el siguiente paso será negociar los Presupuestos Generales del Estado. En otras palabras, el espíritu de Navarra Suma ha quedado sustituido por una unión temporal de partidos para minimizar daños.

Las encuestas señalan que el PNV, Bildu, Partido Socialista y Podemos quedan por delante de la lista PP-Ciudadanos. De los cinco grupos que obtendrían escaños en la Cámara de Vitoria, la candidatura conjunta de la derecha no solo sería la menos votada, sino también la que más diputados perdería con respecto a los últimos comicios vascos, al pasar de nueve diputados a cinco. Si de setenta y cinco escaños del Parlamento la derecha española solo logra cinco es que tiene el problema más grave que puede tener una formación política en democracia: el electorado le da la espalda. La izquierda española (PSOE, Podemos), al menos, estaría en torno a los 19 escaños, una cantidad insatisfactoria, pero que le permite jugar un papel en las instituciones y tener influencia social. Tras la desaparición de ETA la derecha ha perdido escaños en cada convocatoria, poniendo en evidencia que no se ha adaptado a la nueva etapa. Algo se ha hecho muy mal para que el votante del PP se haya pasado al PNV o se abstenga.

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por JUAN NEIRA

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