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Juan Neira

LARGO DE CAFE

CHEQUEO A LOS PARTIDOS

La cita electoral en el País Vasco y Galicia es un acontecimiento político de primer orden que en esta ocasión queda algo oscurecido por los múltiples fuegos sin llamas que son los brotes de coronavirus por toda la geografía, salvo Asturias y La Rioja. El resultado que salga de las urnas tendrá importancia por sí mismo, ya que se trata de dos de las llamadas «nacionalidades históricas», título dado en la transición con desconocimiento de la historia, porque Asturias no mereció tanto renombre y tuvo un poder político propio con dimensión institucional (la monarquía asturiana) desde la alta Edad Media, reconocido por los que ahora llamaríamos potencias extranjeras (Carlomagno), cuando Galicia era un territorio sin personalidad política propia dominado por los reyes asturianos, y los vascones, tras el mítico relato (sin soporte documental) de sus victorias sobre los reyes visigodos, se integraron en la Corona de Castilla.

Las victorias del PNV en el País Vasco y del PP en Galicia se dan por descontadas; resta por ver la dimensión del triunfo ya que de él depende con qué partido gobernará el PNV –salvo sorpresa mayúscula, el PSOE–, y en el caso gallego la investidura de Núñez Feijóo. El actual presidente de la Xunta necesita ganar por mayoría absoluta para mantenerse en el cargo; estuvo a la caza del voto en todas las direcciones, por eso llegó a decir que en 1982 había votado a Felipe González. Traducción: si eres un socialista moderado tu candidato es Feijóo.

Más allá de la importancia que tenga el voto en los territorios concernidos, el resultado electoral es un test sobre la salud de los partidos. El pulso PSOE-PP será analizado en función de los resultados. En el País Vasco la esperada subida del PSOE y las malas expectativas para la candidatura PP-Ciudadanos podrían volver a subrayar el grave problema que tiene el partido de Casado en los territorios más reivindicativos (País Vasco y Cataluña) ante Madrid. En Galicia una victoria por mayoría absoluta de Feijóo serviría para sacar músculo desde Génova, pese a que el líder gallego no es precisamente un devoto seguidor de la estrategia de Casado. El PSOE se podría consolidar como el único partido constitucionalista con capacidad de influencia en los equilibrios políticos del País Vasco, mientras que en Galicia puede volver a quedar desdibujado. Malos augurios para Unidas Podemos, cuando hace cuatro años fue el ganador de las elecciones generales en el País Vaco y empató con el PSOE gallego.

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por JUAN NEIRA

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