Las elecciones han mostrado el desgaste de los partidos que forman el Gobierno, PSOE y Unidas Podemos. En el caso del partido morado el varapalo en las urnas ha sido sumamente severo al pasar de tener 25 diputados entre las dos comunidades autónomas a 6. En Galicia formaba el segundo grupo parlamentario, empatado en diputados con el PSOE, y ahora se ha quedado sin diputados, mientras que en el País Vasco ha visto reducida casi a la mitad su representación. La caída electoral de Unidas Podemos es una constante en todo tipo de elecciones, generales, autonómicas y municipales. Al ser una tendencia general, sin excepciones, no tiene sentido pensar en cuestiones concretas, porque en cada territorio el anecdotario es distinto. Alberto Garzón se ha encargado de que IU sea un mero apéndice en la coalición, así que a la hora de analizar el desastre hay que centrarse exclusivamente en Podemos, un partido que emergió en 2014 en plena crisis del bipartidismo, basado en el hiperliderazgo de Pablo Iglesias. El máximo dirigente del partido morado cometió tantos errores, entró en tantas contradicciones entre hechos y palabras, actuó con tanto autoritarismo en los conflictos internos que el electorado emigró hacia otras siglas: BNG en Galicia, Bildu en el País Vaso. En ambas comunidades tuvieron líos internos, y en Madrid, Cataluña, Andalucía, etcétera. Es tan difícil discrepar en Podemos que se acabará imponiendo el análisis postelectoral que haga Iglesias y que será difundido por Echenique y Montero.
El PSOE no atraviesa en una situación tan desesperada, pero tiene motivos para estar preocupado. Resulta que después de gobernar en todas las diputaciones vascas y en el 80% de los ayuntamientos, con la derecha constitucionalista en caída libre, solo ganó un diputado más que en los comicios de 2016, en los que había sacado el peor resultado de su serie histórica. En Galicia ocurrió lo mismo: ganó un diputado sobre el registro de 2016, donde también había obtenido el peor resultado en cuarenta años de elecciones autonómicas. En ambos Parlamentos es la tercera fuerza, muy alejada de las dos primeras.
Desde el Gobierno, PSOE y Unidas Podemos necesitan recomponer su deteriorada imagen. Para Pablo Iglesias, la Vicepresidencia hace la función de un bote salvavidas para un náufrago. Pedro Sánchez no podrá recurrir a su respuesta favorita, elevar el gasto social, pero puede reorientar su política sin contestación interna. Iglesias se conforma con flotar.