La enmienda a la totalidad del proyecto de Ley de Cambio Climático presentada por Vox solo ha sido apoyada por el diputado de Foro, Isidro Martínez Oblanca. El cambio climático es uno de los grandes temas de nuestro tiempo, que merece ser tratado con hondura, alejándose de enfoques maniqueos y esquemáticos. Mireia Borrás, defensora de la enmienda, aseguró que está a favor de una norma sensata, realista y responsable. Reconoció que el calentamiento global existe, aunque duda que sea causado por el hombre, y se declaró en contra de los intereses globalistas que culpan a los ganaderos del cambio climático y se llevan por delante empleos, industria y tecnología. Por su parte, Martínez Oblanca arremetió contra el cambio radical en la industria energética basado en la descarbonización y criticó que con la propuesta del Gobierno se pierde empleo en España que se crea en Alemania, China o Marruecos. La vicepresidenta, Teresa Ribera, se encontró muy cómoda en su intervención, apelando a la ciencia, criticando el negacionismo y asegurando que el proyecto se orienta a evitar costes inasumibles derivados del cambio climático.
Por los datos que se exponen periódicamente hay pocas dudas de que se está en una fase de calentamiento global. A partir de aquí puede haber discrepancias sobre los objetivos que se marcan y los medios que se emplean para llegar a ellos. Desde que Teresa Ribera está en el puesto de mando tomando decisiones sobre la cuestión, con total complacencia del presidente del Gobierno, España va en cabeza en la política de descarbonización. De algunos debates que hubo sobre la materia se puede colegir que la dirección de los principales partidos parlamentarios está a favor de pisar el acelerador en la transición energética. PSOE, PP, Unidas Podemos y Ciudadanos no tienen reservas en la materia. Aunque no lo verbalicen se intuye que parten del prejuicio de que cuanto más verdes seamos, más europeos seremos. No les importa que para 2025 se hayan cerrado todas las centrales térmicas en España, incluyendo las que hicieron cuantiosas inversiones en desulfuración y desnitrificación, cuando Alemania se ha puesto como meta tener completada esa tarea para 2038. La vicepresidenta pretende acabar con el carbón, la energía nuclear y las centrales de gas en tiempo récord, sin saber si estará asegurado el suministro eléctrico. Entre lo que dijeron Borrás y Oblanca y el planteamiento de Ribera, hay un ancho espacio para la crítica sin ocupar.