La ceremonia de la Conferencia de Presidentes recuperó la forma presencial. Con los rostros embozados acudieron todos menos Torra, que no quiso perder el tiempo. Si en el guion de la reunión hubiera un punto destinado a la autodeterminación, seguro que se habría desplazado hasta La Rioja, pero para hablar de la escalada del coronavirus no juzgó conveniente moverse de Barcelona. Pedro Sánchez desplegó una retórica resonante: «A lo largo de los últimos siete meses España ha vivido una situación inédita en su historia de los últimos cien años». Estuvo muy preciso con las fechas, porque hace ciento dos años nuestra nación quedó asolada por la famosa pandemia de 1918, también conocida como la Gripe Española, que dejó millones de muertos en tres oleadas sucesivas.
El presidente explicó «cómo funcionará la gobernanza del Fondo de Recuperación», aprobado en el último Consejo Europeo, con 140.000 millones de euros destinados para España. La gobernanza es un término ambiguo, muy del gusto de los sociólogos, relativamente reciente, y que Pedro Sánchez prefirió utilizar al más preciso de gestionar. La gobernanza sugiere que el fondo no será gestionado solo por el Gobierno, cuando en realidad ya preparó un mecanismo para trabajar con los recursos europeos que empieza en la Moncloa y termina en la Moncloa. Eso sí, María Jesús Montero presidirá una comisión sectorial donde tomarán asiento los gobiernos autonómicos. Para evitar entrar en una frustrante discusión sobre reparto del dinero por regiones advirtió de que la financiación será sobre proyectos ¿Recibirá el mismo trato un proyecto avalado por Andalucía que otro por el País Vasco?
Adrián Barbón hizo hincapié en que la prioridad de las prioridades en la reconstrucción es la salud. Otra oleada de la pandemia se llevaría por delante vidas, proyectos económicos y bienestar social. A la hora de concretar, pidió que el Fondo de la Transición Justa, que cuenta con 17.500 millones, sea ampliado con recursos del fondo de reconstrucción. Sin duda, esa es la vía por la que nos puede llegar más financiación, porque somos la región que sacrificó más activos energéticos en aras al ideal de «emisiones cero». Perdimos minas y térmicas, y nuestras principales industrias quedaron malheridas desde que la Unión Europea declaró a los gases de efecto invernadero enemigo número uno de la humanidad. Los chinos viven sobre un inmenso yacimiento de carbón, pero nosotros despreciamos hasta el turismo. ¿Verdad, Simón?