En la Junta Directiva Nacional del PP se van a sancionar los cambios de personal acordados en los últimos días, con la sustitución de Cayetana Álvarez de Toledo, como portavoz en el Congreso de los Diputados, por la exalcaldesa de Logroño, Curra Gamarra, así como la promoción de José Luis Martínez Almeida al cargo de portavoz nacional del partido y de Ana Pastor al puesto de vicesecretaria de Política Social.
La novedad más importante es el cambio de portavoz parlamentario en la Cámara Baja, un puesto de enorme importancia en todos los partidos. Destituir a Cayetana Álvarez de Toledo no comporta ningún coste interno, ya que no encabeza ninguna facción ni está al frente de ninguna organización territorial. Otra cosa es lo que represente su ausencia en la batalla parlamentaria, dado que el PP no está sobrado de gente brillante, con sólida formación y ausencia de complejos ante la izquierda gobernante. Políticamente, a Álvarez de Toledo se la vincula a Aznar, un político al que admira Pablo Casado. Sin embargo entre Aznar y Álvarez de Toledo hay diferencias ideológicas importantes, porque la exportavoz es mucho más coherente en sus discursos con la doctrina liberal de lo que fue el expresidente en sus actos de gobierno. Para justificar el relevo Casado tendría que decir ante la Junta Directiva Nacional que se equivocó cuando la puso en el cargo o que le decepcionó al decir públicamente que España necesita un Gobierno de concentración nacional, pero la reflexión sincera no tiene cabida en las reuniones de esos amplísimos órganos de dirección interna que no están ideados para debatir y votar, sino para asentir y posar ante las cámaras de los telediarios.
Teodoro García Egea, secretario general de los populares, es uno de los ganadores con la renovación interna. Por primera vez va a poder controlar al grupo parlamentario sin que la nueva portavoz ejerza de contrapoder y podrá desarrollar la arriesgada estrategia política de convertir en cierto lo que hasta ayer era probable, que tan buenos resultados le dio a Mariano Rajoy para derrotar a Zapatero, una vez que estalló la crisis económica de 2008, al saber convertir la larga lista del desempleo en mayoría absoluta. No hace falta poner demasiado empeño en combatir el independentismo catalán ni en defender la Constitución de las andanadas del populismo, basta con prepararse para recoger la fruta madura. No es preciso estar pertrechado de sólidos valores, porque lo importante en política es estar ahí.