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Juan Neira

LARGO DE CAFE

EL VIAJE HACIA LA MODERACIÓN

Los primeros siete meses de la legislatura más accidentada de la democracia han servido para comprobar que la izquierda se mantiene inamovible y la derecha muta. La variopinta alianza de la investidura, con PSOE-Podemos, como columna vertebral, y PNV y ERC de principales aliados, sigue en pie pese a las dudas de los catalanes y las veleidades de los socialistas con Ciudadanos.

En el campo de la derecha, Vox es la única formación que no ha variado de estrategia. La única propuesta novedosa de Santiago Abascal consiste en fundar un sindicato (Solidaridad) que no confronte con los empresarios, sino con el resto de sindicatos, la inmigración ilegal, los falsos autónomos, la ecología progre y Bruselas.

Ciudadanos y PP han corregido el rumbo. De la foto de Colón no queda ya ni el negativo. Por distintas razones han abandonado la trinchera de la derecha para realizar un viaje hacia la moderación.

Arrimadas

Inés Arrimadas ha comenzado a peregrinar hacia el centro porque no tenía otra salida. El hundimiento electoral de Ciudadanos, al pasar de cincuenta y siete diputados a diez en los últimos comicios, le obligaba a levantar el campamento y tratar de recuperar la etiqueta inicial del partido. Un año antes de que Ciudadanos virara a la derecha, Albert Rivera desempolvaba el legado de UCD, trazando un paralelismo entre Adolfo Suárez y él mismo.

En el terreno práctico, Cs supo aprovechar las negociaciones sobre la prórroga del estado de alarma para convertirse en interlocutor de los socialistas. Pasó de ser un grupo arrinconado en la Cámara a influir en las decisiones que se toman en el Congreso. Aunque solo cuenta con diez escaños, su entente con el PSOE inquieta a Unidas Podemos, ERC y PNV. Arrimadas trata de ser útil a los españoles, desbaratando los planes de radicales e independentistas. Veremos si lo logra.

Aunque así fuera, no es fácil que el partido pueda remontar el vuelo. Las urnas tendrán la última palabra sobre la viabilidad del viaje al centro del partido naranja.

Casado

Pablo Casado empezó a cambiar de línea política con la promoción de figuras como Ana Pastor, del círculo de máxima confianza de Mariano Rajoy. El hecho decisorio que aceleró el proceso fue el logro de la cuarta mayoría absoluta por parte de Núñez Feijóo, un tipo que sin insultar a nadie se ha granjeado la confianza del electorado.

El cambio se hizo visible con la mudanza de personal, al sustituir a Cayetana Álvarez de Toledo por Cuca Gamarra, en la portavocía parlamentaria, y al encaramar a José Luis MartínezAlmeida al puesto número tres de la jerarquía del partido.

Lo primero que me gustaría resaltar es el clásico reflejo defensivo de Pablo Casado, como líder orgánico. Feijóo, Almeida y Juanma Moreno, presidente de Andalucía, estaban confabulados para llevar al PP al terreno ideológico y político donde lo pastoreaba Rajoy. Eran el germen de una alternativa de poder dentro del PP. Casado detectó el peligro y fue al encuentro de sus rivales para abrazarlos. La alternativa y la línea oficial son ya una misma cosa.

El cambio de línea política obliga a contradecirse a Pablo Casado, ya que ganó el congreso del PP con la bandera del rearme ideológico, apadrinado por José María Aznar, y ahora opta por el pragmatismo, la insignia distintiva de Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría, su rival en la disputa por el liderazgo del partido. Lo dijo muy bien ante la Junta Directiva Nacional del PP, el objetivo de la renovación es «cobijar de nuevo a diez millones de españoles».

Para hacer creíble la mudanza de argumentos destituyó a Cayetana Álvarez de Toledo, la dirigente que concentraba las iras de izquierdistas e independentistas, y proveniente, como él mismo, de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), la factoría de Aznar. Defenestrando a Cayetana abrazaba la moderación. La moderación oficial no encaja con el rechazo radical a entenderse con el Gobierno. Me llamó la atención una de sus declaraciones: «No somos la muleta de Sánchez».

Desde los tiempos en que Gerardo Iglesias era el coordinador general de IU, en los debates internos de esa formación, cuando alguien quería reivindicar las señas de izquierda decía, «no somos la muleta de González (Felipe)». Para estar en la derecha o en la izquierda la metáfora de la muleta funciona, pero si se presume de moderación no tiene sentido decir que «no podemos formar parte de la gobernabilidad de Pedro Sánchez». Curiosamente, Cayetana, la derechosa, la protofascista, defendía la formación de un gobierno de concentración constitucional, presidido por Sánchez.

Conclusión

Recapitulemos. El movimiento de Ciudadanos hacia el centro es nítido, constatable en sus acuerdos con el Gobierno de Sánchez, mientras que el viaje de Casado hacia la moderación es una operación de imagen para cautivar al electorado, pero sin elementos programáticos o estratégicos que la validen.

Los partidos llamados de gobierno (PSOE y PP), viven en la permanente ambigüedad, modulando el discurso en función de las encuestas de opinión y las coyunturas electorales. Casado lo ha entendido y se ha liberado del corsé ideológico.

Ahora bien, los problemas de España no se solucionan con operaciones de imagen, sino con gobiernos de amplia base que conviertan a Echenique o Rufián en anécdotas parlamentarias.

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por JUAN NEIRA

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