El encuentro entre Adrián Barbón y Núñez Feijóo se centró en la financiación. En la actualidad hablar de política significa tratar sobre la pandemia o discutir sobre financiación. En esta última temática destaca la oferta europea de fondos, algunos de muy reciente creación, como el Fondo para la Recuperación, del que todos los políticos de la UE aspiran a sacar tajada, empezando por Ángela Merkel, siguiendo por Pedro Sánchez, y terminando por todos los responsables políticos de regiones, länder o comunidades autónomas. Hace unas semanas, Adrián Barbón lanzó una propuesta de colaboración a los presidentes autonómicos de las regiones norteñas para presentar proyectos conjuntos. No entusiasmó a todos, pero tampoco se registró ningún rechazo.
En el encuentro de ayer salieron a relucir otros fondos europeos, los fondos de cohesión, de muy grata memoria en nuestra región, ya que algunas de nuestras principales vías de comunicación fueron costeadas por ese paquete financiero. En aquella época se decía que el avance de las infraestructuras asturianas lo pagaban los alemanes, y por eso en Berlín sentó tan mal que Aznar aprovechara el crecimiento económico para bajar los impuestos. Barbón y Feijóo van a hacer una propuesta conjunta a Pedro Sánchez para que las regiones del noroeste no reciban menos dinero de los fondos de cohesión en la próxima planificación financiera de la UE que va de 2021 a 2027. Quieren que se establezca una cláusula de salvaguarda para garantizarlo.
Los fondos de cohesión, como los fondos estructurales, tienen como fin último compensar los desequilibrios territoriales. Los países y las regiones más pobres reciben más financiación que las ricas. Es una forma de contrarrestar el predominio comercial de los territorios ricos en una Europa sin aranceles. La burocracia europea clasifica las regiones por orden de riqueza, creando distintos niveles. Barbón y Feijóo temen que una mejora en el nivel de las dos regiones suponga la llegada de menos dinero. Tendrían que darnos más detalles –los políticos también están para eso–, pero no veo fácil que Bruselas acceda a una cláusula de salvaguarda, a no ser que medien características muy especiales en este caso. Ojalá tengan suerte en el empeño, pero el objetivo de tener mejoras relativas con respecto a otras regiones y recibir las mismas ayudas económicas no será sencillo de conseguir. Para mantener la esperanza se me ocurre una vía, que se dote con más dinero al fondo de cohesión.