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Juan Neira

LARGO DE CAFE

SOBRAN ARGUMENTOS

Asturias y Galicia hacen causa común para no perder dinero de los fondos que reciben de la Unión Europea. No me refiero a las ayudas aprobadas para paliar los efectos de la pandemia, sino a los fondos estructurales, una herramienta fundamental en la política de cohesión de la UE, destinados a las regiones. Para el nuevo periodo presupuestario, 2021-2027, cabe la posibilidad de que nuestra región reciba menos recursos que en el periodo actual, porque aunque la renta per cápita asturiana haya bajado en relación a la media de la UE, desde la Comisión europea se pretende concentrar la mayor parte de la ayuda en las regiones más pobres. Desde la ampliación a la UE de los Veintiocho (con la salida de Inglaterra, uno menos), la franja de las regiones más necesitadas se ha ensanchado con la incorporación de bastantes territorios que están al otro lado del Danubio. La esperanza asturiana está en lo que decida Pedro Sánchez, porque el total de los recursos que le corresponden a España lo envía Bruselas al Gobierno central, que tiene libertad de criterio para repartirlo como quiera, siendo de carácter orientativo las pautas explicitadas por la Comisión Europa.

Asturias recibió 832 millones en el periodo, 2014-2020. Antes de la última ampliación de la UE, llegó a ingresar 1.386 millones en siete años. La reducción de los fondos estuvo motivada por la entrada de países con renta per cápita más baja. También influyó la cicatería de los países más ricos –esos que ahora llaman frugales- al aportar escasos recursos para el presupuesto europeo. Quiero decir que la amenaza actual forma parte de un proceso conocido. La normativa europea entra en los más pequeños detalles porque Bruselas es la gran capital de la burocracia, pero ahora la pelota está en el tejado del Gobierno de España.

Para decidir se suele echar mano de determinados indicadores o ratios. En la política es muy habitual que se proceda invirtiendo los términos: primero se decide a quién se beneficia o se perjudica y luego se escogen los datos que conducen mecánicamente a esa decisión. Si damos por bueno que el proceder sea recto, Asturias tendrá muchas razones mantener los recursos europeos. En la anterior crisis económica (2008-2014) fuimos la región que perdió más riqueza: el 10% del PIB se fue al garete. Con algunos ejercicios excepcionales, estamos en una larga etapa de estancamiento, que afecta a la población, al empleo y al PIB. Menos gente, menos ocupados y un crecimiento muy bajo. Sánchez sabrá.

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por JUAN NEIRA

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