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Juan Neira

LARGO DE CAFE

DOS BANDOS PARA LA FIESTA

Celebración institucional del Día de la Fiesta Nacional en el Palacio Real. La conmemoración de la gesta del 12 de octubre vino precedida del triunfo de Rafael Nadal en París, dos asuntos que no deberían estar relacionados, sino fuera porque nuestro mejor deportista es un referente de la España constitucional para millones de compatriotas, al declarar sin complejos su orgullo por ser español y mostrar su identificación con nuestro sistema de libertades. Como la gran mayoría de actos públicos, la ceremonia estuvo marcada por la pandemia que impidió el tradicional desfile militar. No estuvo el Ejército, pero sí hicieron acto de presencia los ministros de Unidas Podemos, con Pablo Iglesias e Irene Montero a la cabeza. Desde que los podemistas entraron en las instituciones –elecciones europeas de 2014–, nunca habían asistido al acto, quizás porque la suma de militares y descubrimiento de América es un cóctel de españolidad excesivamente fuerte para ellos, tan comprensivos como son con los intentos de los independentistas por romper la unidad nacional.

Iglesias y Montero llevaban símbolos alusivos a la Segunda República, para que no hubiera equívocos sobre su posición ante el orden constitucional. Entre presencias y ausencias, hubo cinco presidentes autonómicos que no viajaron a Madrid: Javier Lambán (Aragón), alegando «motivos de salud»; Francina Armengol (Baleares), por la situación de la pandemia; López Miras (Murcia), guarda cuarentena. Urkullu (País Vasco) y Torra (Cataluña) mantienen la costumbre de no mezclarse en una ceremonia que pregona la unidad nacional, un objetivo que ellos no solo no comparten, sino que lo combaten. Sabido es que esa animadversión no les impide ejercer una influencia decisiva sobre los Presupuestos Generales del Estado.

El Rey estuvo escrupulosamente neutral, mientras que el resto de líderes nacionales hicieron esfuerzos para que se visibilizara que están divididos en dos bandos irreconciliables. Si hace 528 años hubiera habido esa clima entre las élites no hubieran sido capaces ni de descubrir Las Azores. Gobierno y oposición no se hablan ni en ceremonias que recuerdan lo que ocurrió hace más de cinco siglos. Sospecho que si los actuales líderes se sintieran absolutamente libres para diseñar el calendario de fiestas, el 12 de octubre quedaría orillado. Instalados en la ceremonia de la confusión y sustituida la noción de patria por la de partido, no me extraña que nos esté ganando la partida el coronavirus.

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por JUAN NEIRA

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