En el debate del estado de la región Podemos estuvo representado por su secretario general, Daniel Ripa. En el debate estuvo solo porque los otros dos componentes del grupo (Nuria Rodríguez y Rafael Palacios) optaron por el parlamentarismo no presencial. Podemos tiene un cuarto representante en la Junta, Lorena Gil, que fue su cabeza de lista electoral y es la portavoz habitual, pero lleva varias semanas de baja. Convertido el grupo en un trío, Rodríguez y Palacios querían que fuera Rodríguez la portavoz. Ripa llevó la desavenencia al Consejo Ciudadano; el principal órgano de gobierno del partido decidió que fuera Ripa quien tomara la palabra. Como no todo el mundo sabe perder, Rodríguez criticó la decisión que la vinculó con el hecho de ser ella mujer. En la discusión pública la demagogia siempre tiene un hueco reservado. Si el dúo, Rodríguez-Palacios, hubiera elegido a Palacios, es muy probable que el Consejo Ciudadano también hubiera optado por el secretario general para representar a la organización en el debate más esperado del año, ante la ausencia de Gil. En cualquier partido si el grupo parlamentario presenta una división interna, la dirección política se hace oír. Sean hombres o mujeres.
Resulta lamentable que en un momento en que Podemos cambia de estrategia, optando por la entente con el Gobierno socialista, se ponga una diputada a decir cosas tan absurdas como que si las mujeres no tienen «valía para contestar al presidente tampoco la tienen para estar de jarrones». La inmensa mayoría de los hombres que he conocido en la vida no tienen capacidad para medirse en un debate parlamentario con el presidente del Gobierno, pero todos podrían jugar distintos papeles en una organización política. Con las mujeres que he conocido ocurre exactamente lo mismo. El sexo resulta indiferente, si de lo que se trata es de valorar la capacidad política.
El grupo parlamentario de Podemos está partido en dos: un diputado y una diputada frente a otro diputado y otra diputada. Si fueran simples diferencias de criterio la situación sería manejable, pero todo indica que lo que está en juego es un pulso por hacerse con el poder en la organización. Cuando faltan dos tercios de la legislatura, ahondar en esa división sería un suicidio. El año que viene van a celebrar su congreso (asamblea), así que deberían tener un poco de paciencia. Por cierto, no sé si sabe Rodríguez cómo se las gasta Iglesias cuando alguien quiere moverle el sillón jugando a los chinos.