Hace diez, veinte o treinta años la representación institucional asturiana se reducía en la Junta General del Principado a tres partidos. También era así en la mayoría de los ayuntamientos. Gobernaba el PSOE, con el PP e IU en la oposición. O gobernaban PSOE-IU y al PP le correspondía el monopolio de la oposición. Los presupuestos se aprobaban en todos los ejercicios, salvo cuando PSOE e IU estaban reñidos. No hace falta añadir que la política asturiana era muy previsible, porque se regía por la lógica del triángulo rectángulo: aunque el PP llegara a convertirse en hipotenusa, siempre valdría más la suma de los dos catetos.
En 2011, con Foro, empezó a cambiar la geometría. En 2012 se añadió UPyD a la nómina de partidos parlamentarios. En 2015, con la entrada de Podemos y Ciudadanos, el Parlamento asturiano se convirtió en Cámara multipartido. En 2019, Vox se hizo socio del club del escaño. En definitiva, que el mismo electorado, en poco más de ocho años, pasó de estar representado por tres partidos a hacerlo por siete. Del limpio trazo del triángulo rectángulo a la anomalía del heptágono irregular.
Heptágono
Antes decidían uno o dos. Ahora es cuestión de siete. El mejor ejemplo de ello es lo que pasó hace un año con los presupuestos del Principado. Pese a que el PSOE tiene una posición dominante con veinte escaños –el doble que el PP– estuvo a punto de ver rechazado su proyecto de presupuestos. El pacto de investidura con IU (2 diputados) le dejaba a uno de la mayoría absoluta, pero para aprobar las cuentas tuvo que valerse de dos abstenciones: Ana Coto, diputada de Ciudadanos, y Adrián Pumares, diputado de Foro. Dos de los partidos más pequeños de la Cámara, IU y Foro, fueron claves para evitar el fracaso.
Esa es la razón última por la que Adrián Barbón propugna ahora un amplio acuerdo presupuestario para 2021. Visto lo sucedido es muy peligroso poner todos los huevos en la misma cesta.
Para gobernar en una Cámara con tantas aristas es preciso admitir que todos los partidos son importantes. En la actualidad, sacan más iniciativas adelante los grupos pequeños de la Junta General del Principado de las que lograba aprobar el PP de Ovidio Sánchez, pese a contar con veinte diputados.
La capacidad de influir de IU y Foro va pareja a su pretensión de asumir responsabilidades. Luego hablaremos de Vox, tercer partido pequeño del mandato, que desarrolla otra estrategia desde el primer día de la legislatura.
Pactos
En el debate del estado de la región, IU ha presentado seis pactos al Gobierno. La constitución de la Mesa por la Industria, con la idea de crear propuestas que defiendan los diputados asturianos en la Cámara Baja; la reactivación de la Alianza por las Infraestructuras, con el mismo fin que el anterior; el análisis conjunto de los fondos europeos, con la participación de los ayuntamientos, para diseñar los proyectos; la reforma de la Administración;
el pacto por los presupuestos de 2021 y un último acuerdo sobre la reforma del Estatuto de Autonomía. Todo un programa de Gobierno que no es preciso compartir enteramente para considerarlo de interés.
Adrián Pumares (Foro) formuló propuestas que comparten otros grupos, como el impuesto en frontera para el llamado ‘acero sucio’ o la aprobación de un estatuto para las industrias electrointensivas, pero también planteó iniciativas propias, como la utilización del antiguo Hospital Central, al sur de Oviedo, para dar una solución a la saturación de los equipamientos sanitarios.
Ante la caída demográfica, Foro es el único partido que propone ayudas económicas directas por cada hijo que tenga una pareja. Una política que funciona en otros países europeos, pero aquí preferimos dar dinero para guarderías, como si alguien se animara a tener un hijo porque en el barrio inauguran una guardería.
Se puede discrepar de las propuestas de IU y de Foro, pero no son absurdas ni extremistas. Al contrario, son asuntos dignos de consideración. Integrar a las minorías en el ejercicio del Gobierno sería una estrategia acertada para el PSOE.
Hay que luchar contra el cáncer de la división política, alentada en España por un Gobierno bipartito que prefiere entenderse con un grupo independentista que con Ciudadanos.
Desde que fue investido presidente, Adrián Barbón no se ha sumado a la práctica nefasta de la polarización política. En el debate del estado de la región rechazó subir la presión fiscal, algo muy importante para mantener el diálogo con todos.
Vox
Vox es el tercer grupo parlamentario que tiene dos diputados. Ignacio Blanco, presidente del partido y portavoz en la Junta, no está a favor de la política del consenso sino en la construcción de una alternativa al ‘statu quo’ asturiano.
La reciente ruptura de Pablo Casado con Santiago Abascal facilita sus planes. La estrategia de Blanco pasa por lograr que el voto de la derecha se agrupe en torno a Vox. Ese objetivo depende del curso que siga la política española. Pensemos que Vox entró con fuerza en las instituciones por la crisis catalana y la incapacidad de Rajoy para resolverla.
Mera observación. Los que se escandalicen del proceder de Blanco deben preguntarse qué harían ellos si entran en un club y todos los socios le tratan como un apestado.