El proyecto de presupuestos para 2021 se va a registrar en la Junta General del Principado sin que se haya cerrado la negociación. La mayoría de los grupos de la oposición tienen buenas sensaciones y no ponen condiciones de difícil cumplimiento para aprobar las cuentas. IU ha ido un paso más allá que el resto al afirmar que los compromisos sociales asumidos por el Ejecutivo garantizan el preacuerdo. Al hablar IU de preacuerdo se puede colegir que al Gobierno le falta solo el voto de un diputado para alcanzar la mayoría absoluta que permite aprobar los presupuestos. Ciudadanos, Podemos y Foro están también por el entendimiento, así que el rechazo de la Cámara no entra dentro de lo previsible. Sería una sorpresa mayúscula, pero en el Parlamento asturiano todo puede suceder, sobre todo desde que hay siete grupos.
PP y Vox no están por el pacto. El partido de Santiago Abascal tiene razones propias para votar no. El Gobierno socialista lo excluyó de la negociación antes de que empezara por una cuestión de principios. Los diputados de Vox pagaron con la misma moneda al Gobierno, y no necesitaron realizar profundos análisis de las cuentas para garantizar el rechazo. Si el Gobierno no quiere hablar con un grupo, sería absurdo que ese grupo votara a favor del Gobierno. Es probable que a Adrián Barbón le incomodara más el voto favorable de Vox que la negativa a las cuentas. Digamos que PSOE y Vox están conformes con el mutuo rechazo.
El caso del PP es distinto porque hizo una escenificación a favor del pacto para terminar donde estaba previsto, criticando el proyecto del Gobierno. El fondo para el rescate es la pieza central del presupuesto. El Principado lo dota con cien millones de euros en el proyecto y el PP eleva la cifra a 400 millones. Estando la recaudación fiscal por los suelos, con el gasto sanitario en máximos históricos, rozando los 2.000 millones de euros, fruto entre otras cosas de la contratación de 2.000 nuevos sanitarios, con el aumento del gasto en educación, con la deuda (amortización más intereses) más elevada que nunca, con fuerte aumento de la partida para la dependencia, resulta que el principal partido de la oposición ve plausible reservar 400 millones para el fondo de rescate. De aceptar semejante cifra de dinero, el presupuesto se quedaría sin cuadrar. O se haría un encaje artificial poniendo ingresos ficticios que es la mejor manera de no tomar en serio lo que se aprueba y, antesala, de dejarlo sin ejecutar. Conclusión: no hay grupos indecisos.