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Juan Neira

LARGO DE CAFE

EL GRAN PROBLEMA

El problema de fondo de Asturias es la pérdida continuada de población. Ninguna de nuestras carencias en industria, energía, investigación, agroganadería, infraestructuras o servicios tiene solución mientras no invirtamos la tendencia. Los puestos de trabajo desaparecen porque no hay una generación que tome el relevo. En los países más avanzados del mundo aumenta la población, con la excepción de Japón. Una tierra de viejos no es un ecosistema apto para la prosperidad.

Adrián Barbón es el primer presidente del Principado que toma medidas para resolver el problema, reservando partidas en el presupuesto y creando un Comisionado para el Reto Demográfico. Otros presidentes redactaron planes para no comprometerse.

Por la naturaleza de las subvenciones se desprende que el reto demográfico se centra en la pérdida de población en la zona rural. Para este año se han duplicado las ayudas fiscales para pagar arrendamientos de casas, facturas de guarderías y compra o rehabilitación de la vivienda. Todo ello a través del IRPF. Y un bono anual de 100 euros para el transporte. Los incentivos se ofrecen para la gente que vive en 2.500 núcleos rurales de 10 habitantes, o de hasta 50 si tienen una fuerte pérdida de población en los últimos años. La cuantía global de las ayudas es de 2,7 millones.

El alquiler de la vivienda o su compra no es un problema acuciante en núcleos rurales. El gasto en guarderías vamos a orillarlo, porque no llega a la categoría de anécdota. Los lugareños no abandonan la casa de sus mayores por razones de alquiler o guardería, ni siquiera por pagar cien euros más de transporte. Ningún forastero se instalará en los núcleos rurales por los descuentos fiscales del Principado.

2,7 millones dan para muy poco, y centrados en los objetivos marcados se quedan en nada. Comprendo que a Ciudadanos y Foro haya habido que concederles algo para aprobar el presupuesto, pero hay que hacer verdadera política demográfica aunque los socios parlamentarios sean planos.

Si se quiere fijar población al territorio empecemos por los activos del lugar. El objetivo número uno es que no se pierdan explotaciones agrarias y se robustezca el turismo rural. Hacia ahí deben ir todos los incentivos. Si se logra detener la hemorragia, ya llegará el momento de hacer experimentos con guarderías para aglomeraciones de diez habitantes.

Segunda reflexión

Carece de sentido dar la batalla por 2.500 núcleos rurales apenas habitados. Es un objetivo tan gigantesco como disperso, de tal forma que se podría gastar el Principado todo el presupuesto sin detener el declive. La línea de defensa de la población rural hay que fijarla en las villas.

Las villas deben tener equipamientos sanitarios, educativos, sociales, culturales o deportivos que permitan una vida de calidad. Cualquier euro invertido en villas rurales es diez veces más rentable que consumirlo en aldeas. La pandemia, como ha señalado Adrián Barbón, es una oportunidad para la zona rural porque el distanciamiento social se practica con naturalidad. Las villas deben estar preparadas para recibir la demanda de gente que pretende alejarse de las urbes.

Vamos al centro de la cuestión. El mayor problema de Asturias no es el despoblamiento rural, sino el declive demográfico. El vaciamiento de la zona rural no pasa de ser un capítulo dentro de la caída generalizada de la población. En la última década, solo el concejo de Santo Adriano ganó población, los 77 municipios restantes perdieron 57.000 habitantes.

Hace cuarenta años el censo regional andaba por 1.128.000 habitantes. El próximo año quedaremos por debajo del millón. A falta de la cifra oficial del pasado año se prevé que la pérdida haya sido de 10.000.

Para el asunto que estamos tratando, es muy importante señalar que la mayor caída de población, en términos absolutos, se da en la zona central, la más urbanizada, no en las alas.

Los incentivos contra el declive demográfico tienen que ofrecerse pensando fundamentalmente en Gijón, Oviedo, Avilés, Siero, Langreo, Mieres, Castrillón, San Martín del Rey Aurelio, Corvera, Villaviciosa o Llanera.

Natalidad

En Asturias solo hay un 40% de nacimientos con respecto a los decesos. El año 2020, por primera vez, hubo menos de 5.000 nacimientos. Para darnos una idea de la velocidad del proceso añadamos que en 2018 fue la primera vez que se registraron menos de 6.000. Hay un déficit de natalidad alarmante.

En 2007, Zapatero presentó en el Congreso de los Diputados el cheque-bebé, con 2.500 euros por cada recién nacido. Rajoy, a la sazón líder de la oposición, salió al estrado y prometió 3.000. Al año siguiente en Asturias creció la población en un 5%. El mayor crecimiento del siglo. El cheque posibilitó que vinieran al mundo 8.221 asturianos. La crisis acabó con el cheque.

Sin ayudas directas el declive demográfico seguirá su curso. Zapatero lanzó la propuesta con una cobertura de 1.200 millones de euros. Adaptado a la población asturiana, la partida presupuestaria debería ser de 24 millones.

Ciudadanos y Foro deberían dejarse de rodeos e ir al corazón del problema. Con ayudas directas a la natalidad y un plan de empleo negociado con las empresas las cosas podrían cambiar. Hace falta un mínimo de valentía. Al Gobierno y a la oposición el valor se le supone. El primer objetivo es que no se pierdan explotaciones agrarias y fortalecer el turismo

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por JUAN NEIRA

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