Salvador Illa deja el Ministerio de Sanidad sin informar en el Congreso de los Diputados sobre la situación de la pandemia, tal como se había comprometido. Pedro Sánchez decidió que fuera el candidato de los socialistas catalanes a la Presidencia de la Generalitat apoyado en encuestas internas que auguran un mejor resultado para el PSC que con Iceta de número uno. Todo indica que el presidente va a evitar complicadas remodelaciones del Gobierno poniendo a la ministra de Política Territorial, Carolina Darias, en el puesto que deja vacante Illas, y convirtiendo en ministro a Miquel Iceta para sustituir a Darias. Así funcionan las puertas giratorias en las instituciones, partiendo del principio de que los nuestros valen para todo tipo de cometidos.
Illa se convierte en presidenciable por el capital político acumulado al frente del Ministerio de Sanidad. Según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) va a ganar las elecciones repitiendo la proeza realizada por Inés Arrimadas hace tres años. El hecho de ser ministro sitúa a cualquier político en el escaparate ante la opinión pública del país. Puede salir encumbrado o despreciado. A juzgar por las encuestas, parece que la figura de Illa ha quedado sobredimensionada gracias al papel jugado en la lucha contra la pandemia. En el último año la política se ha reducido a la gestión sanitaria y ésta última ha girado en torno al virus. Renuncia al cargo de ministro a las pocas horas de hacerse público que el fin de semana pasado se alcanzaron los 93.822 contagios. Récord desde que se detectara el primer infectado por coronavirus, un turista alemán en La Gomera, el 31 de enero de 2020.
Entrega la cartera de ministro cuando en los últimos 14 días la incidencia acumulada en España se sitúa en 884 casos. Nunca fue tan elevada. Al igual que pasó en la primera y segunda ola, nos llegó el momento preciso de registrar los peores resultados de Europa. Si Salvador Illa fuera un reputado entrenador de fútbol, tras los resultados del domingo el presidente lo cesaría, pero como es un político recibe parabienes y se le encomiendan destinos superiores. Pedro Sánchez le dedicó unas palabras muy elogiosas, rematadas con una frase entre misteriosa y turbadora, «sin ti todo hubiese sido más complejo». ¿Se hubieran hecho peor las compras de material sanitario? ¿Se hubiera mostrado mayor obcecación ante las demandas de las comunidades autónomas de adelantar el toque de queda? ¿Tendrían un IVA más alto las mascarillas?