El ataque intimidatorio a Adrián Barbón, arrojando huevos y octavillas, junto a su domicilio, no se puede desdeñar ni relativizar. Cualquier agresión, por pequeña que parezca, es completamente inaceptable. Ir al domicilio de cualquier persona a amenazar, acompañando la intención de lanzamiento de huevos o de cualquier tipo de objeto, es una transgresión sobre la formas legales de disenso y crítica de las sociedades democráticas. No es una broma, no es una travesura, es un acto punible. Por eso el debate sobre los escraches, entre la condena y la disculpa, fue siempre falso, ya que son condenables en cualquier circunstancia, con independencia de quién los sufra y quiénes participen. Cualquier agresión, por mínima que sea, debe ser rechazada sin matices. Encontrar justificaciones es lo mismo que disculparla. Los partidos parlamentarios emitieron comunicados o realizaron declaraciones rechazando el ataque intimidatorio al presidente del Principado. Teresa Mallada también lo hizo, pero de una forma que no satisfizo a la Federación Socialista Asturiana (FSA) que calificó de «tan equivocadas como desafortunadas» las palabras de la presidenta del PP.
El rechazo de la violencia por parte de los partidos democráticos es una práctica habitual cuando se produce. Lo más usual es expresar la repulsa con unas breves palabras o frases. En esta ocasión, Mallada optó por explayarse. Empezó de una forma inobjetable, «ninguna agresión está justificada», pero luego entró en matices, al decir que entendemos el malestar y el hartazgo por la toma de decisiones drásticas. En las octavillas los agresores anónimos había dejado escrito, «Barbón nos tienes hasta los huevos», una frase que se relacionó con el cierre perimetral del concejo de Laviana que empezaba unas horas más tarde. El malestar y el hartazgo deben extenderse entonces a la mayoría de los presidentes autonómicos, porque cierres perimetrales o restricciones horarias a bares y comercios se llevaron a cabo por toda España. El lanzamiento de huevos debe relacionarse mucho más con la intolerancia y la falta de respeto que con el hartazgo por medidas tomadas por razones sanitarias. Luego, señaló que con el lanzamiento de huevos «no se consigue nada». Craso error. La violencia no se condena por inútil, sino por ser violencia. Más tarde, Mallada hizo consideraciones sobre el diálogo entre las «dos partes», cuando solo hubo un ciudadano atacado, Barbón, y uno o varios agresores anónimos.