Tras una reunión de la comisión ejecutiva de la Federación Socialista Asturiana, su secretario general, Adrián Barbón, pidió respeto para los dirigentes locales elegidos democráticamente. No hay que ser muy sagaz para darse cuenta que el líder de los socialistas se refería a Mariano Marín, hasta ahora presidente de la Junta Local del Partido Popular gijonés, que dejó el cargo y abandonó el partido al día siguiente de que la dirección regional le abriera un expediente disciplinario. El Partido Popular de Gijón tuvo una trayectoria accidentada en los últimos 25 años. Por múltiples causas la organización se vio sometida a trifulcas internas y a periodos de enfrentamiento de sus principales responsables con la dirección regional.

El hecho de que el Partido Popular siempre haya estado en la oposición municipal contribuyó a la inestabilidad. Esta situación se agudizó desde la aparición de Foro, un partido que desde su fundación tardó menos cuatro meses en hacerse con la Alcaldía. Al despedirse Mariano Marín reivindicó su gestión al frente de la Junta Local. Todos lo que le precedieron en el cargo hicieron lo mismo. Lo verdaderamente singular de su despedida estuvo en las circunstancias concretas que refirió y las gruesas descalificaciones que dedicó a la cúpula del partido. Dio a conocer una reunión que tuvo en enero con Mallada y Queipo, los dos principales dirigentes: «Treinta minutos de chantajes, más propios de los bajos fondos que de la política, con frases como o ‘sales por tu voluntad o te sacamos’, ‘vas a acabar muy mal’; me exigieron dimitir so riesgo de ver dañados mi prestigio personal y mi reputación profesional».

Sobre políticas, tácitas, errores o estrategias, es todo opinable, pero Mariano Marín habló de amenazas y chantajes, dos acciones recogidas en el Código Penal. Su despedida no abre una discusión política, pero sí obliga a las personas aludidas a dar explicaciones concretas sobre esas supuestas amenazas y chantajes. No debe quedar sombra de duda.