Teresa Ribera, vicepresidenta y ministra de la Transición Ecológica, ha explicado en el Senado los planes que tiene para el lobo. Llegó a la comparecencia parlamentaria con el problema resuelto, ya que una semana antes había impuesto su proyecto rupturista apoyada en las comunidades autónomas que no tienen lobos en su territorio, que es algo así como si el voto del Principado fuera decisorio para recortar las subvenciones al aceite de oliva. La ministra pasó por encima de las competencias autonómicas e impuso un plan para toda España que tiene como elemento esencial declarar al lobo especie no cinegética. A los consejeros de Medio Rural de Andalucía, Valencia, Murcia, Baleares, etcétera, les trae sin cuidado porque por sus predios no tienen lobos que cazar, ni lobos que causen estragos en el ganado. En el caso contrario están Asturias, Castilla y León, Galicia y Cantabria, al concentrar el 95% de los lobos que hay en España. Por eso se opusieron con todas sus fuerzas a incluirlo en el Listado de Especies Silvestres de Protección Especial.
La vicepresidenta dijo a los senadores que el sistema anterior era absurdo porque creaba agravio comparativo entre ganaderos. No entiendo de qué agravios habla porque el lobo tenía distinto estatus legal en función de la presencia y los daños que causa en los diferentes territorios. En cualquier caso el agravio no debía ser importante porque no se quejaban los sindicatos agrarios, mientras que todos ellos están en pie de guerra al convertir al lobo en figura intocable. Para saber de qué estamos hablando digamos que en 2018, el lobo mató 3.317 cabezas de ganado en Asturias. Con la nueva regulación habrá más ejemplares y más ovejas muertas. Esto último sabe cómo resolverlo Teresa Ribera: incrementando un 30% las subvenciones. Dio la misma respuesta que para solventar el problema de los cierres de centrales térmicas: dinero. La ministra urbanita habla como si al ganadero le diera igual ver muertos sus animales con tal de cobrar una indemnización. Mimar las reses para cobrar indemnizaciones. En vez de ganaderos, caza recompensas.
Teresa Ribera practica el dogmatismo ecológico y por eso le preocupan más los intereses del lobo que los intereses de los ganaderos. Ha diseñado un plan de crecimiento para que haya en España 350 manadas, creando nuevas zonas de expansión. Pone el mismo celo en defender al lobo que en reducir la industria básica. A ver si algún grupo de la oposición propone declararla persona non grata.