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Juan Neira

LARGO DE CAFE

EL PRIMER PODER

El Día Internacional de la Mujer prolonga la polémica heredada del pasado año: la asistencia a las manifestaciones. Esta vez el Gobierno prohíbe en Madrid las marchas callejeras que permite en el resto del país.

Para el Ejecutivo de coalición Madrid es el territorio distinto en todo lo que tiene que ver con la pandemia. A fuerza de darle un tratamiento diferenciado ha resucitado la figura de Díaz Ayuso que estaba muy tocada tras la primera ola. Ahora es la gran referencia de comerciantes, hosteleros y taxistas. En el imaginario colectivo del Madrid popular recrea la figura de Esperanza Aguirre: tres mayorías absolutas. Casado la teme; también Rajoy temía a Esperanza.

Como decía Zapatero, la polémica sobre la asistencia “trae causa” en lo sucedido el pasado año. Todos recordamos las palabras del epidemiólogo del Gobierno señalando el carácter inocuo de las concentraciones multitudinarias. Pese a todo los errores para llegar a más de 100.000 fallecidos (cifra del INE), la jornada que más se relaciona con la pandemia es la del 8-M de 2020.

Analizado con perspectiva, la pandemia hubiera resultado igual de imparable sin las manifestaciones, pero eso no quita para que la concesión del permiso fuera un acto irresponsable del Gobierno que tuvo consecuencias inmediatas.

VIPS

En aquel fin de semana el Gobierno no comunicó datos sobre la pandemia. Entre el viernes 6 de marzo y el lunes 9 de marzo hubo un crecimiento del 174% de contagios.

La pancarta de las mujeres VIPS fue un exponente de la actividad del virus. Para el jueves ya estaban enfermas Irene Montero y Carolina Darias; también quedó infectada Begoña Gómez. Carmen Calvo, que iba codo con codo con Begoña, sintió síntomas que, en principio, achacó a alergia primaveral, pero luego tuvo que pasar una larga estancia en la clínica Ruber, como corresponde a una mutualista de Muface.

Digo esto último para que la izquierda asturiana se libere de los prejuicios hacia la medicina privada. Todos los hospitales son necesarios cuando se trata de una emergencia sanitaria colectiva.

El recuerdo de lo sucedido no ha impedido que el Gobierno dé luz verde a las manifestaciones. No creo que se base otra vez en los pronósticos de Simón.

Lo que no encaja es la manga ancha ante las concentraciones y las rigurosas directrices aprobadas para la Semana Santa. El Gobierno ordena “limitar o mantener las reuniones en los espacios público o privado como máximo entre 4 y 6 personas”. Eso para abril, pero en marzo las reuniones en el espacio público pueden ser de centenares o millares de personas. Ojalá no tengamos que lamentarlo.

AUGE

En el otoño de 2018, con el impacto del MeToo, el movimiento feminista entró en una nueva fase de protesta y denuncia contra el abuso sexual. El protagonismo de los rostros femeninos de Hollywood, contando historias vividas en primera persona, suscitó una ola de solidaridad.

En España el protagonismo del quinteto, “La Manada”, colaboró a canalizar las emociones frente a la violencia sexual. El 8-M de 2019 se desarrolló un hecho sin precedentes, la convocatoria de una jornada de huelga a escala mundial. Los medios de comunicación coincidieron en resaltar que era en nuestro país donde se habían desarrollado las manifestaciones más multitudinarias.

De los distintos discursos que se cruzan en la vida española, el feminista es el más potente, el más indiscutido. Las instituciones cambian miembros (listas cremallera) y formas (en el “Parlament” pasaron una ficha a los diputados para que se registraran como mujer, hombre o humano no binario),  para adaptarlos al discurso feminista. En la vida cotidiana, la etiqueta de “machista” es mucho más invalidante que la de “ladrón”. Cualquier referencia al físico de una mujer provoca silencios embarazosos entre la concurrencia, aunque Margarita Robles puede decir alto y claro que Felipe VI y Pedro Sánchez son guapos. En artículos de opinión las mujeres nombran con toda naturalidad vaginas y clítoris -si creen que viene a cuento-, mientras que los hombres silencian cualquier referencia a sus “vergüenzas”.

La escuela ha cambiado en unos pocos años: el declive del fútbol en los patios, la decoración colorista de las aulas, la aparición de nuevas heroínas en las narraciones. Un cambio  fácil de explicar ya que las mujeres representan el 72% del profesorado en la enseñanza no universitaria.

VOTOS

Sólo el discurso nacionalista, en los reducidos territorios de Cataluña y el País Vasco, ha gozado de esa hegemonía, de esa capacidad para imponer dogmas, para  marginar a los críticos.

Desde una perspectiva política, partidaria, electoral, el feminismo debería ser una baza ganadora. Algunos partidos hacen esfuerzos ímprobos para formar tique con el feminismo. El caso más notable es el cambio de sexo de la izquierda radical con la rompedora alianza de Unidas Podemos, liderada por Pablo Iglesias.

El vínculo entre partidos de izquierda y feminismo viene desde el primer tercio del siglo XX. Sin embargo, el PP recibe más votos de mujeres que de hombres. Algo que no sucede en el PSOE, ni mucho menos con Unidas Podemos que estrenó su nombre femenino en las elecciones generales de abril de 2019 y sólo el 35% de sus votos provinieron de mujeres. Conclusión: la mujer, como el hombre, es un animal de contradicciones.

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por JUAN NEIRA

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