En la Junta General del Principado se ha desarrollado una sesión revival sobre los fondos mineros que tuvo como consecuencia inmediata la desaparición de alopecias y patas de gallo de diputadas y diputados. Resulta que el consejero, Enrique Fernández, y el diputado opositor, Álvaro Queipo, forcejearon por los cumplimientos e incumplimientos del convenio (2013-2018). Según el consejero socialista Rajoy no había hecho nada, pero Pedro Sánchez acudió al rescate de los recursos y logró que 93 millones de euros sirvan para financiar 60 proyectos. Queipo dijo que el Gobierno del PP había dejado comprometidos 98 millones para 80 actuaciones. Una película antigua con cifras nuevas. En cualquier caso, a ambos les interesó olvidar que el Gobierno de Cascos, apoyado en una sentencia judicial, dejó 213 millones de euros de los fondos listos para invertir, pero ni el Gobierno de Rajoy ni el de Javier Fernández movieron un dedo. El sectarismo es tan castrante que se renuncia a una millonada por no reconocer los aciertos del rival.
Los políticos asturianos deberían abstenerse de hablar de los fondos mineros para no dañar la imagen de la región, porque Asturias recibió más de 5.000 millones, entre 1998 y 2012, sin apenas obtener logros visibles, más allá de la autovía minera, el campus vacío de Mieres y algunas actuaciones en saneamiento. 5.000 millones a cambio de perder 19.400 empleos en las explotaciones del carbón. Los fondos no sirvieron para revitalizar nada, como lo prueba el hecho de que en los últimos diez años las comarcas del Nalón y del Caudal perdieron un 13% de la población y el paro creció cerca del 40%.
Los fondos mineros fueron el penúltimo tren de la región. Se perdió porque estuvo gestionado en medio de una guerra entre el Gobierno central y el Principado y con una participación nefasta de los sindicatos de clase haciendo la pinza con el Gobierno de Aznar al Ejecutivo de Areces. Hubo meteduras de pata colosales y también meteduras de mano, como la acontecida en el Montepío de la Minería para poner en pie el macrogeriátrico de Felechosa. Las explotaciones mineras ya están cerradas y tenemos la humorada de discutir en la Junta de los fondos. Se anuncia la llegada del último tren procedente de Bruselas, en forma de recursos europeos. La hoja de ruta del Principado debe consistir en hacer justo lo contrario de lo realizado con los planes mineros: iniciativa privada en la gestión y ninguna atadura territorial, a ver si el próximo campus tiene estudiantes.