Adrián Barbón se comprometió en la Junta General del Principado a la creación de la Agencia de Ciencia e Innovación y a presentar en la Cámara la Ley de Ciencia antes de que acabe el año. Dos asuntos que tienen que ver con el departamento de Borja Sánchez, consejero del Principado que expresó en público su insatisfacción por la escasez de recursos dedicados a la investigación y por el comportamiento lento y, a veces, obstruccionista de la propia Administración. Los dos anuncios de Barbón dan más instrumentos para gestionar al titular de la Consejería de Ciencia, Innovación y Universidad.
Vamos con los dos anuncios. Primero diré lo que me pide el cuerpo: veo con permanente recelo la proliferación de organismos autónomos, empresas públicas, agencias, fundaciones y entes varios, porque son una fuente de gasto y contribuyen a aumentar el tamaño de la Administración; en cuanto a la ley de ciencia, temo que contribuya a la jungla legal que envuelve a políticos, funcionarios y administrados, máxime cuando ya hay una ley nacional desde hace diez años. Ahora bien, si miramos el asunto de cerca nos encontramos con que las comunidades más variadas, desde Valencia y Castilla y León hasta Galicia y Andalucía tienen agencias de innovación. No hace falta nombrar a Cataluña o el País Vasco; por cierto, este último la tiene desde hace 23 años. Ante la generalización de las agencias, la ausencia, en el caso asturiano, pudiera dar a entender que no nos interesa el tema. En cuanto a la Ley de Ciencia se da una circunstancia especial, que no ocurre con la sanidad, la educación, la policía, los servicios sociales, la industria o la agricultura: Estado y comunidades autónomas tienen, ambos, competencias legislativas y ejecutivas ilimitadas, dando trabajo al Tribunal Constitucional. Desde esa perspectiva es normal que las comunidades desarrollen leyes de ciencia.
Quisiera añadir dos cosas. Por muchas agencias y leyes que tengamos, la clave está en el dinero. En tiempos de la ministra Garmendia, la mitad del dinero del Estado para centros tecnológicos iba para su tierra chica. Y ahora dicen que los nuestros son una birria en comparación con los suyos. Normal. Dejo para el final un asunto conflictivo. Desde hace bastantes años los gobiernos del Principado vuelcan su atención en la innovación y orillan la investigación básica. Sin investigación básica no hay nada que hacer. No se puede empezar la casa por el tejado. En la historia del I+D+i la Universidad es pieza clave.