En el Boletín Oficial del Estado se publicó una ley que obliga a llevar mascarilla en todo tipo de circunstancias cuando se está fuera del domicilio. El anuncio causa asombro porque año y pico después de empezar la pandemia el Gobierno legisla sobre la mascarilla, cuando la opinión pública sólo piensa en la vacuna. El Ejecutivo legisla sobre el trapo azul en una coyuntura especial: la cuarta ola toma fuerza y amenaza con causar tantos estragos como las tres precedentes. En la actualidad las circunstancias son negativas, el virus se expande, la gente quiere protección real (vacuna) y el Gobierno responde con doble dosis de mascarilla. En 2020 la epidemia escalaba, la gente quería mascarillas y el Gobierno proponía situarse a metro y medio del prójimo. En los inicios de la pandemia los intentos del ministro Salvador Illa por comprar mascarillas fracasaron y el jefe de los propagandistas, Fernando Simón, dejó en una rueda de prensa una frase para la posteridad: “¿Mascarilla? La mejor mascarilla es la distancia social”. Ahora nos proponen como mejor vacuna la mascarilla a tiempo completo.
Nos mintieron sobre las mascarillas entonces y tergiversan, ahora, lo que ocurre con las vacunas. Vamos a ver, señores, se empezó a vacunar el 27 de diciembre y tres meses más tarde hay un 5,5% de la población española vacunada (2.599.366 personas). En Asturias el porcentaje de vacunación llega al 7%. No se vacuna más por una razón muy sencilla: no hay vacunas para pinchar. A partir de aquí no son de recibo los anuncios grandilocuentes, como que esta semana recibiremos un millón de dosis, porque con esa cantidad sólo se vacunarán 500.000 personas. En Asturias, menos de 25.000.
La carencia de vacunas es culpa de la Comisión Europea que apostó por AstraZeneca, y la farmacéutica anglo-sueca prometió 90 millones de dosis para el primer trimestre y apenas sirvió la cuarta parte. Anunció 180 millones de dosis para el segundo trimestre y ahora habla de dejarlo en 70 millones. Hay que decir la verdad: inmunizar al 70% de la población para el verano es un sueño. No agiten ahora el señuelo de las mascarillas, porque no tienen ni siquiera el valor de un paliativo. Que el Gobierno se ponga a legislar sobre las mascarillas cuando las comunidades autónomas aprobaron diferentes normas revela que el Ejecutivo quiere aparentar que lidera la lucha contra la pandemia, cuando hace mucho que pasó los mandos a las autonomías. Si la mascarilla es clave, ¿cuándo se administra el remedio gratis?