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Juan Neira

LARGO DE CAFE

LA DEUDA PARA LOS HIJOS

La deuda del Principado lleva catorce años seguidos creciendo sin parar, y aquí nadie se da por enterado. Se habla de los fondos europeos, del fondo de rescate para los sectores más afectados por la pandemia, de la industria electrointensiva, de la destartalada red de trenes de cercanías, etcétera, pero cada año que pasa debemos más dinero que el anterior y todos tan felices. Los excesos de los padres los pagarán los hijos.

En el año 2006 el Principado debía 729 millones de euros y en la actualidad adeuda 4.446 millones. En catorce años se multiplicó por seis la hipoteca.

Antes sólo debíamos a los bancos españoles y algo a los extranjeros. En la actualidad, la deuda bancaria creció hasta casi cuadriplicarse y, a la vez, debemos más de 1.100 millones al Estado, y como entramos en la rueda de los bonos, ya tenemos casi 800 millones de deuda por esa vía.

GOBIERNO

Hay comunidades autónomas mucho más endeudadas que nosotros, pero el crecimiento porcentual de nuestra deuda es mayor que el de ellas. Si tomamos los cuatro territorios con mayor volumen de deuda: Cataluña (79.243 millones), Valencia (47.894), Andalucía (36.300) y Madrid (34.584), nos encontramos con que su deuda no aumentó porcentualmente tanto como la asturiana en los últimos 14 años. Es momento de hacer algunas consideraciones.

Para empezar seamos claros: la deuda se debe a decisiones de los gobiernos. Los ciudadanos no somos consultados y el tema no aparece, ni por equivocación, en las campañas electorales. Cada vez que un presidente o un consejero de Hacienda del Principado se ve obligado a hablar de la deuda, recurre al mismo argumento: “tenemos una de las deudas autonómicas más bajas con respecto al PIB”. Es verdad, pero no es menos cierto que en el año 2006 la deuda del Principado representaba el 3,4% del PIB, y ahora roza el 21% de PIB.

Los préstamos generan intereses y hay que amortizarlos. Pues bien, esas dos tareas consumen cerca del 12% del presupuesto del Principado. Tras la sanidad y la educación, el tercer capítulo que consume más recursos es el servicio de la deuda. Desde cualquier perspectiva, productiva o social, es lamentable tener que dedicar tanto dinero a algo que no beneficia al ciudadano.

ACELERAR 

Toca preguntarse por qué la deuda del Principado crece de una forma más acelerada que en otras regiones. Por dos razones, la recaudación fiscal crece por debajo de la media española y la tendencia al gasto en Asturias es irrefrenable.

El Principado no puede hacer grandes cosas para mejorar la recaudación fiscal. Subir los impuestos sensiblemente conllevaría deslocalizaciones de capitales y rentas, y convertiría a Asturias en un territorio aún más hostil para la actividad económica.

Una vez acotado el campo de maniobra de la fiscalidad, inevitablemente hay que hablar sobre el gasto. En la actual coyuntura hay licencia para gastar, por razones sanitarias y de reactivación económica. Los gastos extraordinarios de 2020 no repercutieron lo que cabía esperar en la deuda, porque el Gobierno central hizo fuertes transferencias de recursos a las regiones; en el caso de Asturias hubo un incremento por encima del 40%; comparado con el año anterior suponen 400 millones más de ayudas del Estado. Pese a ello, la emisión de deuda  superó en el 64% a la de 2019.

Nuestro problema con la deuda no es coyuntural, sino estructural. Haga frío o calor, el endeudamiento crece. En el año 2010, en plena recesión económica, se incrementó la deuda un 57% (“Plan A” del Principado, vísperas de elecciones, etc.). Si vamos al contexto opuesto, nos encontramos con que en cinco ejercicios de expansión económica –de 2014 a 2018-, el endeudamiento aumentó en 1.000 millones de euros.

MILLÓN DIARIO

El aumento de la deuda se ha convertido en una rutina empujada por el gasto corriente. Es curioso comprobar cómo en el primer mandato de Javier Fernández, cuando el Principado redujo su acción política al pago de las nóminas de los funcionarios, el volumen de la deuda aumentó a razón de 400 millones anuales. Un día EL COMERCIO dijo que la deuda aumentaba un millón cada día y muchos lectores quedaron boquiabiertos.

Hasta la llegada de la pandemia, el discurso político asturiano tuvo como primera referencia la lucha contra el paro, pero a la hora de gobernar, la actividad económica y la creación de empleo quedaron relegadas en favor del gasto corriente.

El gasto corriente podríamos dividirlo en dos: un gasto social mal gestionado (largas esperas del salario social o de las ayudas de la dependencia), y el crecimiento constante de la Administración, en trabajadores (según el Ministerio de Política Territorial, a 20 de julio de 2020, el Principado tenía 42.325 empleados) y salarios. Una Administración lenta, puntillosa, carísima (51.500 euros de coste medio por trabajador al año) y afectada por el síndrome de la bulimia, que le hace consumir recursos sin orden ni concierto y tener cada vez un tamaño más voluminoso.

Adrián Barbón prometió reformar la Administración y puso al frente de la tarea a Juan Cofiño. Si logran la proeza se reducirá el gasto y la deuda dejará de crecer. Es un objetivo muy difícil. Rajoy puso a dieta a las 17 comunidades autónomas, pero Asturias no cambió de régimen.

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por JUAN NEIRA

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